lunes, 8 de noviembre de 2010

Sola

Hace casi un mes que me quedé sola en casa. Efectivamente yo solo (sí, solo de solamente sin acento gracias a la nueva gramática de la RAE)... yo solo había sido poseída por la desidia. Pensaba, daba vueltas a mis cosas pero no me decidía a publicarlas, a compartirlas, a divulgarlas.

Mi casa había aparecido en un escaparate, de repente la gran pared que yo quería cubrir con hermosos papeles se vio reemplazaza por un muro de cristal que me dejaba tan a la vista como jamás hubiera podido imaginar. Eso me atemorizó, me dio hasta frío. Así que cogí mis fotos, mis poemas y mis nostalgias y me encerré en el lavabo. Allí, a salvo de las miradas duras y tendenciosas, me dediqué a leer, a leer y a leer. Yo que iba a escribir una gran novela romántica bajo pseudónimo y acabé envuelta en papeles de periódico al abrigo de mis temores.

¡Se acabó! Prometo no ser nada prolija, lo aseguro. No poseo el don de la constancia pero sí el de la compulsión. Regreso tras pintar las paredes y hacer desaparecer el ojo que todo lo mira. El negro como ritual ha dejado paso a las palabras blancas y ahora puedo hacer lo que desee con ellas. Dialogar tras los garbanzos, coquetear con mis amigos, dedicaros un poema, colgar una canción que solo (de nuevo sin acento) soporte... Posibilidades de generar un espacio como tantos hay ya, sí, como tantos pero mío.
¿Qué haré con tanta libertad? Eso no se verá hoy ...

lunes, 11 de octubre de 2010

CAMINO de Javier Fresser


Quisiera despedirme de este blog, poniendo tan verde como pueda a una película que me ha conmocionado.

Me ha conmocionado, supongo, porque soy padre, porque soy ateo, porque soy persona que ama la vida lógica, y porque me cabrea que me la den con queso.

Se trata de “Camino”. Un rollo que va más allá de lo lacrimógeno para adentrarse en el masoquismo más insultante. Una exhibición de dolor emocional, de sufrimiento llevado a sus cotas más altas: puro calvario. La apuesta es sencilla, no se vayan ustedes a creer: ¿Que puede jodernos más a todos que el sufrimiento largo y agónico de ver a un hijo morir de cáncer, sumido en vómitos, yagas, aparatos ortopédicos, cegueras y otras excelencias hospitalarias? Probablemente nada.
Es ir al cine para que te rasguen el alma con una hoja de afeitar oxidada, para que te la llenen de sal después, y para que te claven alfileres ardiendo en los sentimientos. Pura pornografía emocional, se lo advierto.

Lo peor de todo es el cinismo mediático que vende una película tan horrenda como una obra maestra. Una crítica infame y embaucadora, más que el propio director si cabe, que divaga sobre este bodrio en tono asceta, ululando en temas que no importan un pimiento. Que si Opus-Dei, que si madres posesivas, que si los fundamentalismos religiosos, que si mi prima la de Móstoles... ¿Pero que dicen? Pero si lo que realmente subyace en esta burrada es esa insana y malévola intención de hacer sufrir por hacerlo.

Recuerdo que cuando me puse a verla, y antes de que las palomitas se me convirtieran en bilis, aun pensaba que se trataba de otra cosa. Pensaba que la radicalidad religiosa de una madre había permitido que un cáncer se llevara a su hija. Así se publicitó, lo recuerdo perfectamente, incluso durante la entrega de los premios “Goya” se hizo. Pero no, era todo un subterfugio publicitario que se apoyaba en un tema tan delicado como los extremismos religiosos con la finalidad de vender una parida que de otro modo no la hubieran aguantado ni un millón de Marias Magdalenas sobornadas.

Sólo salvo dos cosas de este exabrupto: las interpretaciones; TODAS, sin dejarme ni una, merecen mil aplausos. Y la segunda; ese dolor paterno que se me clavó en lo más profundo. ¡Ya está bien de madres coraje que por sus hijos ma-tan! Los padres también ma-ta-mos por nuestros hijos. ¡Tanta madre ya, hombre! ¡Que parecéis que sois las únicas capaces de llorar por un hijo...! ¡Verduleras!

No entiendo como SAW VI ha tenido que ser mutilada para que en este país pudiéramos verla y que esta mierda aun circule por ahí... eso dice mucho de nosotros. Eso dice mucho de nuestros premios “GOYA” también. Debieron sobrarles estatuillas, sin duda, entiendo.

Ahora, pongo a Dios, a Alá, a Javé, a Buda y a Belén Esteban por testigo que no voy a volver a ver una película de Javier Fresser ni que me limen los callos con ácido sulfúrico.

¡Lo juro!

Y ahora sí, adiós. A partir de este momento, quien quiera, puede seguirme en http://www.desayunocongarbanzos.blogspot.com/ donde encontraran este mismo post a modo de inauguración oficial.

Besos a todos.

sábado, 18 de septiembre de 2010

El Panga-gate

Esta mañana he estado realizando mis compras de sábado. Imbuido por ese spot publicitario en que una familia enloquece al ver su congelador vacío tras la vuelta de sus vacaciones en Peñíscola, he pensado que mejor evitaba mi desquicio acudiendo presto a la misma tienda de ultracongelados del spot televisivo.

Como mi vida universitaria ha recomenzado y mi dieta laboral roza lo penoso, también a mí me ha parecido buena idea avituallarme con algún que otro pescado congelado, porque tener tiempo para “pedir la última” en una pescadería, como que no.

Algunas verduritas, algunos heladitos, y pescado. Unas rodajas de merluza austral enormes, de esas que tienes que sacarlas del congelador seis días antes y ponerlas al sol para descongelarlas. ¿Alguien sabe que diablos es eso de “merluza austral”? ¿Merluza del sur del Pacífico? Por otro lado, el filete de panga estaba a 3,5 el kg, por lo que me ha parecido que estaba bien y he cogido unos cuantos de estos.

La cajera, displicente como todas, pasaba mis congelados por el scanner y esperaba el “pip” de turno para ubicarlas en la bolsa. De pronto, al coger mi panga, la ha soltado de golpe sobre el mostrador mientras profería una levísima arcada y me miraba con desdén. Su mano izquierda se ha deslizado rauda bajo el mostrador a la búsqueda del botón de alarma mientras susurraba conteniendo una nueva arcada: “Panga, ese pescado maldito que viene de Vietnam”.

Claro, al escucharlo, otras señoras que guardaban cola, no la mía, la de la caja digo, han empezado a proferir sendas exclamaciones que oscilaban alternativamente entre el estupor y la nausea. De hecho, una de ellas, una del barrio que llevaba zumo de pera congelado, ha tenido que ser ayudada a salir a la calle porque le venía un desmayo.

Por fin han venido los de “Seguridad”, ataviados con máscaras antigás de importación soviética, y me han invitado a abandonar el recinto, no sin antes abonar gustoso mis filetes de panga. Para postre la cajera me ha despedido con gran descortesía lanzando un solemne escupitajo tras mis pasos.

No sé. Yo no sé que tiene de malo el panga este. A mí, que venga de Vietnam o de Andorra me trae sin cuidado. Tanto como si mi merluza viene de Australia o del Bajo Egipto. Es la globalización, no sé que esperábamos.

Además, suelo ir de compras como consumidor, no como sociólogo o economista, así que no miro la procedencia de los alimentos salvo que ponga específicamente en la etiqueta que vienen de un estercolero. Si me apetecen unas cigalas de 30 el kg. me las voy a comprar, una o dos unidades, pero me las voy a comprar sean de donde sean. Si me apetece panga, pues panga, venga de Vietnam o de Móstoles.

Comer tiene mucho de cultural, eso lo sabemos todos. Hay una frase que dice que “somos lo que comemos”, pero también es cierto que “comemos lo que somos”, y sobre todo; “comemos lo que queremos ser”. En este sistema económico que nos conduce, comer es un reflejo de nosotros mismos, pero sobre todo; lo es de lo que querríamos ser. Del mismo modo que en esta época de crisis se han vendido más “Ferraris” que nunca, pensamos que comprar panga, nos hace muy pobres. Nos hace miseria. Y eso nos resulta inasumible. Preferimos comprar ternera argentina a un precio por encima de lo razonable a comprarla de Girona, aunque nos cueste horrores que nuestro paladar distinga ninguna ventaja sobre su procedencia. Pero comer ternera argentina en periodo de crisis a un precio escandaloso nos sitúa al margen de toda crisis; “no me afecta la crisis, no hay crisis, la crisis sólo la sufre el vecino…” Y como comer es un acto social más allá también de la mesa, quien no compra ternera argentina, es un pobre fracasado que merece de nuestros esputos en la cola del súper.

Mi madre, por ejemplo, abomina de la “casquería” y asocia su consumo a ser muy pobre, muy pobre… más pobre que el más pobre de todo los pobres. Además siempre lo asocia a un determinado colectivo inmigrante, por lo que debería tenerlo fácil para hacer una lectura mucho más en clave cultural que no imbuida por sus prejuicios, pero no lo hace; piensa que comer los clásicos y deliciosos “menudillos” es de ser un miserable.

Pero es que además, lo más absurdo de esta especie de panga-gate, es que leo que la OMS ha dicho que no es aconsejable comer panga porque puede contener pesticidas. ¡¡La OMS!! ¡¡La que aun se está planteando si esto de la gripe A es una enfermedad o es un anacardo vestido de faralaes!! Mire, OMS, a mí que más me da si el panga este se desayuna pesticidas o cereales Kellogg’s. Del mismo modo que nadie me garantiza, en realidad, que las doradas y las lubinas del Delta del Ebro no se desayunen con filtrados de las refinerías de petróleo de Tarragona. ¿Quién me dice a mí que cuando cocino la flamante “Dorada a la Sal” no debiera añadirle un sufijo culinario del estilo “… a la gasolina súper de 90 octanos”? Por no entrar en otros productos; porque ¿en qué fruta o verdura recolectada aquí no tomamos nuestra ración diaria de pesticida?

En nuestra dieta alimenticia introducimos día a día nuestros prejuicios, nos dejamos llevar por las modas, y hacemos de la mesa un reflejo de nosotros mismos como sociedad. Y el Mercado, como institución, aprovecha para metérnosla doblada según soplan los vientos. Si esto es así, cabe plantearnos una nueva lectura económica de la denostación del panga: tal vez sea que en época de crisis no debamos comer productos importados porque lo que debemos hacer es estimular el mercado interior y pimplarnos nuestras propias doradas de refinería. Mucho menos, debemos dejarnos seducir por los atractivos productos importados de mercados emergentes… ¡con lo bien que estábamos sin ellos! ¡Imagínense, piensa la OMS y otras instituciones de iniciales indescifrables, si el panga se pone de moda! Lo mejor es decir que el panga come caca, siguen pensando, y que sigan sorbiendo caracoles o la cabeza de las gambas.

Y escribo esto yo, que soy un maniático de las marcas blancas. No puedo evitarlo; en igualdad de condiciones mi cerebro analiza dos productos pero mi mano escoge el de la marca más atractiva, y repele la marca blanca. Es que no faltan noticias de que las marcas blancas son la peste, aunque vaya; estas noticias siempre proceden de los mismos de siempre, de las otras marcas carísimas y de miles de colores. En fin, algún día les hablaré de esto.

viernes, 20 de agosto de 2010

Hasta pronto...




Bueno, pues uno que se va. De vacaciones, claro. Empieza un nuevo ciclo de devaneos por aeropuertos. ¿Reconocen la ciudad? A quien lo adivine le doy diez duros.

Besos, no sean malos en mi ausencia, y hasta pronto.

viernes, 13 de agosto de 2010

Padres/Hijos


Hace poco más de un año y medio, les contaba sobre las sensaciones de padres y madres cuando ven partir a sus hijos de colonias

Mi “retoño” está a punto de cumplir la maravillosa edad de 22 años, esto es decir que ya no es una niña que se va de colonias, es una mujer hecha y derecha que toma ya sus decisiones y saca billetes de avión cuando le place.

El hecho es que ayer mismo mi hija se fue de vacaciones a Sicilia con su novio. Como estoy de vacaciones, les acompañé al aeropuerto. Cuando me despedí de ellos y me metí de nuevo en el coche, sentí en mi garganta la misma desazón que cuando era una niña y se iba de colonias. Es más, entendí que durante todo el proceso anterior a su adiós, me había comportado como cuando ella tenía seis años; me preocupó que llegaran puntuales al aeropuerto, les pregunté diez veces si lo llevaban todo, me ocupé de “supervisar” toda la documentación que requerirían (por cierto; menos mal que lo hice), si habían activado la VISA, si su equipaje pesaba menos de diez kilos… y otras tantas cuestiones que ellos soportaron con elegancia y estoicismo. Tras esto, me puse a sufrir como un campeón hasta que pasada la media noche recibí un sms. que decía: “hemos llegado”.

Pero curiosamente, fueron ellos quienes marcaron una diferencia. Eran las 14:00 horas del jueves. Yo aun no había comido, así que al despedirse, mi hija me dijo: “Y ahora vete a comer”.

Esa frase fue clave para entender que mi hija ya no tenía seis años. Bueno, yo ya lo sabía, quiero decir que entendí que ya era el momento para que me relajara y confiara en sus actos. Quiero decir que, como a todos los hijos-as nos pasa, llega un momento en la vida en la que sentimos que de los padres y de las madres también hay que ocuparse. Que también necesitan de nuestra protección, vaya. Es cuando los hijos nos persiguen para que estemos bien, cuando nos preguntan si hemos comido o si nos acostamos muy tarde, cuando nos dicen que tenemos que aprovechar para ir al gimnasio…

Puede que en mi caso no me haya pasado tanto; mi madre es bastante autosuficiente (o quizá es que aun la siento como a una “súperwoman”), y mi padre sólo se necesita a sí mismo… bueno, y a un ejercito de esclavos. Pero lo que sí me parece cierto es que llega un momento en el que el juego de protecciones llega a ser mutuo entre padres e hijos.

Supongo que todo esto debe de tener algo de adaptativo. Como hijos, necesitamos ir marcando un orden que asiente un futuro en el que en lugar de protegernos, tendrán que obedecernos. Como padres, aflojamos y atendemos sus preocupaciones porque sabemos que sólo escuchándoles se mantendrán a nuestro lado. Es ese aspecto circular de la vida que tanto nos cuentan en la que los padres y las madres acabamos yendo en dirección a un estado que tampoco se diferencia tanto de la infancia.

Lo malo es que mañana, ese juego en equilibrio de protecciones que más o menos hoy me gratifica, llegue el momento en el que pierda toda su inocencia. Será cuando, ya muy longevo, me vuelva una plasta insoportable, que ya no pueda protegerme ni de mis propios pedos. Cuando veo a abuelos que se vuelven insoportables, yo siempre le digo a mi hija, aparentemente en broma, que si yo me vuelvo así algún día, no se lo piense ni medio minuto. Que no permita que le joda la vida, que me acople a un asilo (ahora les llamamos de otro modo pero viene a ser lo mismo), en la otra punta del mundo si puede ser. Ella se horroriza un poco cuando se lo digo. También me dice que llegada la hora no lo veré con la misma claridad que ahora. Aun así, yo se lo digo.

martes, 27 de julio de 2010

La mezquita de Lleida




Estos días he estado un poco pendiente del caso de la mezquita de Lleida. Por un lado, están unos señores que cuadruplican la capacidad límite de un local donde se reúnen para rezar; por el otro, el alcalde de LLeida que les dice que se siente, pero que eso no puede ser. Por un lado, los señores aquellos que le dicen al alcalde que entonces les construya más mezquitas; por el otro, el alcalde de Lleida que les contesta que naranjas de la China. Que a orar en la intimidad que es lo que él hace.

Bueno, qué quieren que les diga, pienso que en este país, incluso en esa ciudad, se han hecho barbaridades más gordas que no construir unas mezquitas a un puñado de musulmanes. De hecho, pienso que el aeropuerto d’Alguaire era totalmente innecesario para una ciudad como Lleida, cuyo desarrollo no depende de ningún aeropuerto, pero vaya, bienvenido sea.

Podemos decirles que en este país los dogmas cristianos nos permiten llevar nuestra religiosidad en privado. Podemos añadir en voz más baja que también en lugares públicos, envueltos en tenebrosidad e imágenes dolientes, incluso que, como fruto del desarrollo histórico del cristianismo, que nos sobran lugares de culto como para dar y vender. Tal vez, si musulmanes no se horrorizan demasiado, podríamos compartir el uso de nuestros cristianos e infrautilizados lugares de culto. Pero esperar que los musulmanes se midan según nuestros patrones culturales, es una barbaridad.

Que las comunidades de musulmanes en España son refractarias al cambio puede que sean una evidencia. Este hecho puede justificarse por la mera razón de que se sienten en esta sociedad de paso y no sienten la necesidad de hibridarse. Argüir que ellos están de paso y que nuestras administraciones no pueden invertir en unas infraestructuras que pueden quedar fácilmente en desuso, me parece mucho más inteligente.

Sin duda que al responder nosotros como lo ha hecho el alcalde de Lleida, además en tanto que sociedad de acogida que hemos reproducido la edad media a partir de ensañamiento laboral con estas comunidades, mantenemos análogos patrones refractarios. Y desde luego, abrimos la puerta del conflicto.

Otra cosa es que nos repatee el hígado esa refracción cultural. Todos hemos oído alguna vez que después nosotros vamos a Marruecos y tenemos que ponernos el burka. También olvidamos fácilmente que en muchos de nuestros renombrados templos tenemos que cubrirnos los hombros o las piernas o Dios nos lanzará un rayo fulminante, lo cual, desde el punto de vista estrictamente religioso me parece una tomadura de pelo. De hecho, recientemente he leído que una moza evangelista ha sido expulsada de Marruecos por proselitista y por suponer un peligro público. En esto no voy a ponerme de parte de nadie, porque de todos es bien sabida la pesadez de algunos devotos que van con la revistita en la mano atacando ancianitas. Así que pongo un poco en duda si la chica hacía proselitismo o no. En todo caso, eso pasa allí, no aquí, por lo que pienso que requiere planteamientos diferentes y la búsqueda de soluciones diferentes.

Si lo que nos molesta son sus patrones culturales tenemos dos opciones; o los echamos, o adoptamos actitudes pedagógicas que ayuden a estas comunidades a superar sus tabúes. Insistamos en que cubrir el rostro de sus mujeres es despreciar su dignidad. Exijamos a nuestras instituciones que informen hasta la nausea a los recién llegados que la opresión que ejercen sobre sus mujeres es indigna. No son bárbaros, son personas abducidas por tradiciones que ni siquiera saben que se pueden saltar sin que pase nada. ¡¡Cuantos siglos nos ha costado a nosotros pasarnos por el arco del triunfo los miles de tabúes que nos han inculcado en nombre de Dios, de la Santísima Trinidad, y de la Sagrada Familia!!

Tampoco les digamos que es porque a nosotros nos duelen los ojos al verlas cubiertas en su belleza, sino expliquémosles que es porque a ellos les denigra como seres humanos. No a través de leyes que prohíben, muy de moda en nuestra cínica sociedad, por cierto, sino a través de programas pedagógicos que faciliten la inserción de la mujer musulmana en la vida social del país de acogida. Pero el “rebote” que nos pilla a todos cuando vemos a una señora con burka, o a un señor que se lava los pies en una fuente pública, lugar que parece ser que tenemos que reservar para que beban agüita nuestros perritos, no tiene nada que ver con la forma en la que estas comunidades necesitan ejercer su religiosidad. Esto es mezclar las cosas e ir de boca al conflicto.

Si quieren mezquitas, que se les faciliten mezquitas. A la vez, exijámosles respuestas, conductas, hábitos… un ejercicio de cultura a caballo entre dos sociedades donde también nosotros tenemos que subirnos. No queramos ser muy estupendas y globalizadas para unas cosas, y olvidar que el mundo es de todos.

Algo se está haciendo en este sentido a través de los programas de acogida de la Generalitat de Catalunya, pero es poco. Probablemente porque no hay suficiente dinero. Para poner en marcha proyectos ambiciosos se necesita capital. ¡Qué se yo! ¿El equivalente a un trocito del aeropuerto de l’Alguaire?

Después, sólo después de que nosotros hayamos dado el do de pecho en esta sociedad en un mundo globalizado, podremos decidir qué más hacer. Ya veremos entonces si nos colgamos o no letreritos por todas partes, como hacen los australianos, donde se diga “Si no nos quieres, lárgate”. De eso ya tendremos tiempo.

domingo, 11 de julio de 2010

La mani del 10-J




Ayer 10 de julio, estuve en la manifestación de la que se ha hecho eco medio mundo, no sólo por su gran asistencia sino por el motivo en sí por la que los catalanes salimos tan enfadados a la calle.
Si hay algo que esta manifestación puso de relieve, por fin, es que el nacionalismo catalán, el independentismo oí yo en una emisora de radio, había salido del armario. Aun entendiendo que el nacionalismo catalán y el independentismo son conceptos diferentes, sí que creo que en cualquier caso el segundo se nutre del primero. Es por esta razón que he afirmado que el nacionalismo salió del armario.
En todo caso, lo que me interesa es resaltar la importancia de esa “salida”. En primer lugar porque pienso que la manifestación del 10-J ha puesto en evidencia que, si bien quizá los nacionalistas catalanes no seamos mayoritarios, lo cual, por cierto, está mucho por ver, no somos cuatro “pajilleros” mentales que merecemos ser mirados con sonrisa bobalicona cuando expresamos que nos sentimos una nación.
Pero en segundo lugar, también creo que ha puesto de manifiesto que las furias del PP contra todo lo catalán, ha sido lo que ha alimentado, hasta la exacerbación absoluta, ese sentimiento nacionalista que ha acabado por nutrir el independentismo que tanto les molesta. Lo cual no deja de ser una imagen más de la coherencia y del nivelazo político del PP.
Una tercera consideración es que aquellos que más se dejan oír estos días, los de la “roja”, los de la bandera y el torito (menuda manera de respetar una bandera, con las barbaridades en forma de superposiciones que se han visto estos días), tampoco son una mayoría, y en las urnas, en un posible referéndum, lo tendrían que luchar bastante.

En todo caso, la nota humorística de la manifestación, no sólo la ha puesto Rajoy acusando a Zapatero de ser él el instigador de esta situación. Él, Rajoy, que recogió firmas por toda su España para poder llevar el Estatut al asilo del Constitucional. La más graciosa ha sido la Sánchez Camacho afirmando intacta que el millón y medio de asistentes a la manifestación de ayer, no son representativos de la totalidad de habitantes de Catalunya.
¡Claro que no querida! ¿Quién lo ha dicho? ¡Faltaban los 300.000 votantes del PP en Catalunya! ¿Qué son 1.500.000 de personas (el 50 % de los votos emitidos en las autonómicas de 2006) sin los votantes del PP?

Sandeces a parte, parece claro que las aguas no están tan tranquilas en Catalunya. Parece claro que esa masa de descontento que durante años ha aguantado carretadas de mierda ya se ha cansado. Y parece claro también que la pelota la tienen los políticos catalanes en su campo. A ver ahora que hacen.

Por cierto, me acabo de enterar de que el Barça acaba de ganar el mundial de fútbol. Felicitats campions!

viernes, 2 de julio de 2010

La Cospe




En el día de ayer, Mª Dolores de Cospedal se sirvió llamar al President Montilla “fascista”. Ella, nada menos, una militante del PP de Castilla-La Mancha. Lo bueno del caso es que tras la tormenta política desatada con su insulto, pidió disculpas según esa curiosa fórmula que utilizan en el PP, mediante la cual, por arte de birlibirloque, ha expiado su culpa a la par que reafirmado sus trece.

Según la Cospedal, la actitud de Montilla frente a la sentencia del TC “es fascista o marxista, pero en el peor de los sentidos, en el dictatorial…”. Sra. Cospedal, por sí misma su explicación carece de sentido. Lo fascista y lo marxista no son puntos de una misma línea. El fascismo no se contrapone al marxismo como el blanco se contrapone al negro, lo dulce a lo salado, la belleza a la fealdad. El marxismo fue en su momento una forma de entender la historia, la economía, la sociedad y el mundo. Sin embargo, el fascismo define por sí mismo los grandes regímenes totalitaristas que marcaron la historia europea del siglo XX.

No por eso voy a acusarle de ignorante. Para nada. ¿Quién soy yo para eso? Pero pienso que está usted tan poco convencida de que Montilla no sea un “fascista”, que ni siquiera currarse un poco una salida digna a su cagada, le apetece. Sin embargo, tenga usted por seguro Sra. Cospedal, que “fascista” se lo llama usted a Montilla porque éste es un “blando” de armas tomar, que ha permitido impasible que desde las filas de su tristísimo Partido se vomite sobre Catalunya y los catalanes, mientras les ha salido de la pituitaria. Pero sin dudarlo ni un momento, le puedo asegurar que ni el más pintado de ustedes llama al President Pujol “fascista”, y se va luego “de rositas”. ¿Está de acuerdo conmigo verdad?

Sin embargo, la lamentable respuesta de Montilla a su exabrupto ha sido algo así como: “Pues si yo soy fascista, tú lo eres más, ale, ale…”
No ha sido así con el caso de la Consellera Marina Geli, cuya historia no reproduzco por respeto básicamente a mí mismo, a quien le causa mucho estupor escuchar que al mando de la Generalitat de Catalunya se encuentran un “fascista” y una “guarra”. Sin embargo, creo que este último particular se dirimirá ante un juez, que es donde se combate a las verduleras.

Como entenderá pues, después de la ausencia de respeto demostrado hacia nuestras instituciones, no pueden llamar fascista al Sr. Montilla por marginarlos en Catalunya, porque para eso ustedes ya se pintan solos.

Pero es que además no entiendo tanto cinismo. ¿De verdad le trae al pairo que en Catalunya no se les soporte? No hombre no, esa es su mejor baza política fuera de Catalunya. Ustedes saben que aquí nunca se van a comer ni media arandela de cobre. Lo saben porque se lo han ganado a pulso desde el momento en que han hecho su bandera del menosprecio hacia Catalunya. Además con esta estrategia chapucera han conseguido fidelizar a un electorado reaccionario que también ha acabado por odiarnos… Claro que tal estrategia también recibe un nombre que por una cuestión de modales no pienso utilizar aquí. ¿De qué diablos se queja usted, pues, si lo sabe?

En fin Sra. Cospedal, quisiera acabar esta carta mandándola a usted adonde se merece, pero creo que es mejor invertir mi energía en desearle que pase un buen verano. Rodéese de buenos libros de historia, mejor de tendencia marxista si me permite aconsejarla. También de gente que la haga reír y sentirse feliz. Pero sobre todo, dedíquenos unos momentos a los catalanes; lea sobre Catalunya, sobre su historia, sobre su lengua (como hizo el Sr. Aznar), sobre nuestras cosas… es interesante observar antes aquello que insultamos.

lunes, 28 de junio de 2010

PER CATALUNYA!




Hace unos minutos he leído en un periódico digital que el TC ha dictado su sentencia sobre el Estatut de Catalunya. Miren, a mí que una horda de yayotas carrinclonas se atreva a opinar siquiera, sobre un tema que le viene tan largo como para tardar cuatro años en pronunciarse, me la trae bastante al pairo, y espero que a nuestras instituciones también.

Sin embargo, a pesar de la óptima noticia de que estas yayas caducas hayan avalado el 95 % del texto, ese 5 % restante me ha hecho temer lo peor. Como una ola me he lanzado a buscar qué decían éstas sobre la inmersión lingüística… pfiuuu!! Parece que ahí no se han metido. Este es un tema que me obsesionaba un poco, debo admitir. Que el catalán no empezara en las escuelas me parecería su sentencia definitiva, y sin lengua se desertiza nuestra cultura. Así que miren, me doy con un canto en los dientes si esto realmente se queda así.

En todo caso, ese 5 %, que no conozco al detalle porque la prensa se guarda el dato a cambio de lo rimbombante y del titular, me parece que hay que lucharlo. Aunque el contenido fuera una bobada, que no lo sé. Lo leeré con detenimiento luego.
Y hay que lucharlo porque, aunque contuviera innumerables sandeces, son sandeces que se aprobaron democráticamente por nuestro Parlament, y que se refrendaron en las urnas por los catalanes, mal les reviente el bazo a los que se justifican en la baja participación electoral, endémica por otro lado de este país que sólo luce españolidad cuando le interesa (léase por ejemplo las banderas españolas que lucen en los balcones cuando “la furia roja” marca un gol. Fuera de esto, la españolidad no se aguanta ni con pegamento Imedio).

Espero que nuestras instituciones, nuestro President y compañía, aúnen fuerzas y de eso salga algo más que una pataleta. Espero una fabulosa manifestación, pero sobre todo; que se pasen por el arco del triunfo lo que en España dicen que debemos ser, hacer y sentir. Pienso que ahora es el momento; es el momento de demostrarse abiertamente enfadados con España. Esa que nos insulta. Y es el momento de acorralar a la basura que desde dentro nos hace daño. La purria que en lugar de largarse de una tierra que odia, la cubre de su rabia y de su mierdez. Y no hablo de los recién llegados, hablo de una inmigración más antigua, trasnochada, caduca, estéril, fofa… esa que no se larrrrrga
ni echándole agua hirviendo.

Eso es lo que voy a hacer yo ahora. Hacer de mi españolidad una fobia, y les invito a todos los catalanes a que lo sientan igual.

Perquè Catalunya, els agradi o no, és una nació.

jueves, 13 de mayo de 2010

LEER: ¿ES REALMENTE BUENO?

Les contaré lo que me acaeció recientemente y con motivo de la celebración de la Diada de Sant Jordi para que hagan de ello parte de su propia experiencia vital y saquen las enseñanzas o conclusiones pertinentes o impertinentes, como desearen.

Yo que actualmente soy profesora sustituta-interina practiqué el Dia de Sant Jordi el sano pluriempleo y combiné mi prosti ... ¡ups! sutipución en un Instituto de Enseñanza Secundaria con el interesante trabajo eventual de vender libros en una gran librería en la que antaño trabajé de continuo en la sección de ESOTERISMO.

Esta colaboración puntual de una semana me reactivó las neuronas de persona normal que sale de un aula y se lanza a la calle para vender libros que posiblemente nadie leerá. Para mi suerte, me tocó estar dentro de la tienda y no en la parada de la calle a merced de las inclemencias del tiempo y de los conocidos que te miran con cierto aire de: "Mira la fracasada esa, excéntrica y extraña …. ¿ estudiar una carrera? ¿para qué le habrá servido si está aquí?".
Lo cierto es que me pasé todo el día viendo orgullosas caras de personas que habían encontrado lo que andaban buscando: cumplir esa tradición, a pesar de lo complicado de sortear obstáculos que a modo de seres vivos lo inundaban todo. Mis jefes satisfechos “masomenos” con el balance de ventas, mis compañeros satisfechos “menosquemás” con haber resistido el chaparrón de preguntas penosas y constantes apretujones en pos de la “cultura”.

¡Balance final del día!: Vendí un montón de libros de esos que, incluso el propio libro sabe que nadie va a leerlo. Son libros que irán a parar a una hermosa estantería-cementerio. No es el día de la cultura, es cuestión de tradición y negocio.

A modo de colofón del aciago día, soltaré una anécdota para que el respetable haga con ella lo que desee:
Llegó a la tienda Ana, ex -clienta mía que lee bastante (cosas muy “raras” =esoterismo en su inmensa mayoría) y me dijo ¿SIGUES AQUÏ? yo le dije: NO, no sigo. He venido sólo unos días de refuerzo por lo de Sant Jordi !!! y ella contestó... Si estás aquí, pues sigues -dijo ella un poco airada, como siempre sin duda sorprendida por un comentario inesperado en su pequeño mundo de conclusiones interestelares-(tosí, carraspeé, no me peí, pero lo deseé y finalmente le dije: SEGUIR IMPLICA CONTINUIDAD Y VENIR A COLABORAR ES UN HECHO PUNTUAL). Me miró un poco atónita, como siempre, y parapetada tras su estupidez habitual se marchó a leer a casa sus paquetes de Colhogar.

Luego dicen que leer es bueno, no lo será si lees cualquier cosa, o si lees en una lengua que no conoces, o si lees por decir que lo haces (alguien una vez dijo que era bueno, no me acuerdo si lo era para la piel o para el tránsito intestinal), tampoco lo será si no entiendes lo que lees, si no te aporta nada esa lectura, si no te ríes o lloras con ella. Si no te hace enfadarte, sentir asco y repugnancia, ganarle tiempo al tiempo o llevarte bien lejos de ti misma.
Bueno leer es sin duda mejor que matar, lo dejaremos ahí, pero quizás había que desmitificar eso de que leer "cualquiercosa" ya es algo.

viernes, 30 de abril de 2010

SANT JORDI



Pues al hilo de mi último post, quisiera comentarles que el pasado viernes, día 23 de abril él, me lancé a las calles de Barcelona para “vivir la fiesta”. Por algunas razones , esta es para mí “la fiesta”; es mi motivo para acercarme a Canaletes, y no otro. Por cierto, aprovecho aquí para comentarles que no hace mucho un imbecil me llamó “friky” por pasar de “nuestro” Barça como si este fuera el virus de la gripe. Me llegó incluso a acusar de “poca catalanidad” por el hecho de ignorar siquiera el nombre de su entrenador. En fin, lamentablemente lo peor es que se lo estaba creyendo.

Pero vaya, voy a lo que importa y no pierdo más pulsaciones en hablar de fútbol. Como les decía, me acerqué a las Ramblas, me dejé acosar por las “rosistas”, asomé la nariz por aquellos stands donde había la clásica escritora mediática que sólo escribe un libro para estas fechas, y que, en un arrebato de humildad, se trata de un glosario de sus mejores ocurrencias en TV. Sufrí apretones, no de intestino pero si de otra gente, y gocé de un día de tradición, de una celebración propia de mi cultura, de una jornada colectiva para venerar en la calle la llegada de la primavera, en fin, mil cosas y no esas otras tan aburridas que sólo generan la gente aburrida.

Lo que pasa es que somos una sociedad con mucha tendencia al menosprecio. El menosprecio de terceros, es cierto, a eso ya nos tienen acostumbrados, pero también al autodesprecio. Creo que los catalanes adolecemos de un exceso de pasividad y de una gran carencia de autoestima. Sobre todo porque, en gran medida, convivimos con el enemigo en casa. Digo esto porque cada vez es más fácil escuchar que en el fondo, han sido las editoriales quienes nos la han colado, montándonos unos festejos (como si estos se hubieran inventado ayer) para vender libros como locas. Esto es peligroso, puesto que del mismo modo que muchos han asimilado la mentecatez de que el 11 de septiembre, otra fecha de cabecera digna de ataque, celebramos una derrota, estamos empezando a asimilar que el 23 de abril es la jornada del librero.

Y probablemente así parezca. Somos tan burros que si no nos montaran un día para comprar libros con descuento, no leeríamos más allá del “Colhogar 12 rollos de doble capa”. Pero otra cosa es que nos resignemos a tragar con un proceso hostigador que minusvalora nuestras tradiciones. Por suerte, pese a todo, seguimos llenando las calles el día de Sant Jordi, compramos la rosa, el libro, y buscamos el autógrafo de nuestro escritor favorito.

Escaso favor le hacen a la cultura, y mucho abonan aquellos otros terrenos cenagosos, las cuatro escritoras mediáticas de siempre que poco aportan al intelecto humano, y sí unos buenos rendimientos editoriales. Reciban ellas todos mis reproches y abucheos por oportunistas. Aunque... leamos eso por lo menos ¿no?

Hay más:

Esta fiesta del libro, que lo es según resolución de la UNESCO desde el año 1995, no lo es sólo para Catalunya; lo es para todo el mundo. Lo digo para las que piensan que si también lo hacen en Liubliana (1) , pongo por caso, la cosa se les antoja más “in”.

Y lo es también ¡de los derechos de autor! (Parecía raro que no aparecieran por aquí estas víboras). Resulta que tras una noche de copas, UNESCO se propuso incitarnos a hacer cultura, aprovechando una fecha que podía asociarse a los decesos de ilustres de la literatura como Shakespeare o Cervantes. Seguramente “el día del libro” podía haber sido ubicado en cualquier otra fecha, quizá el 14 de Julio para que coincidiera con la Toma de la Bastilla, o el 18 del mismo, ya saben porqué… Pero no, se eligió el 23 de abril. Además, lo dice la resolución de marras, compruébenlo ustedes mismos si quieren; tomando como ejemplo a Catalunya. Las de siempre que vieron ahí un flanco por explorar y succionar con gula, se añadieron a la proclama.

¡¡Cómo no va a parecer puro mercantilismo nuestra grandísima fiesta si estas vividoras están ahí metidas!!

De todos modos, a mí no me fastidian mi festividad de Sant Jordi. Es más, desde que tengo un 23 de abril cerca, “ya no utilizo otro”. Ni 14 de febrero, San Valentín en el Corte Inglés, ni 7 de julio, San Fermín. A mí; mis rosas, mis libros, mis Ramblas, mis apretujones, mi 10 % de descuento, mi “joder la vaca-burra qué pisotón me ha dado”, mi pan de nueces, queso y sobrasada …


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1) La ciudad de Liubliana fue elegida el 18 de junio como Capital Mundial del Libro para el año 2010 tras la reunión, en París, de un comité de selección compuesto por representantes de las tres principales asociaciones internacionales del sector del libro y la edición.

martes, 13 de abril de 2010

Los Ministerios privados del dinero



Por: Pale Rider

Estamos acostumbrados a soportar sus rígidos horarios de señoritos, y no lo digo por quienes están en la ventanilla. De 9 a 9.30 te cobran los recibos, fuera de ese horario, sírvase usted mismo, al cajero. De 9.30 a 10.30 si tienen servicio de telentrada puedes ir a comprarla o recogerla. Los martes y los jueves para tal cosa, los lunes, miércoles y viernes para tal otra. Los sábados, ¡aaah, no! Los sábados no se trabaja, o por lo menos no se abren las puertas al publico, así que si necesitas hacer alguna gestión tienes que pedirte unas horas libres en el trabajo (sí, horas) en las que lo mejor es llevarse un libro, una revista, un periódico o incluso una consola de video juegos, porque ya que vamos a perder el tiempo, por lo menos hagámoslo entretenidos. En la ventanilla, ahora mostradorcillo, un par de empleados se afanan por hacer disminuir la cola que se les va generando, mientras diecisiete más están en sus quehaceres y de vez en cuando rebotando a la cola a algún espabiladillo que intenta agilizar sus trámites.

Tan claro tienen que nuestro dinero va a ir a parar a sus manos que ni se molestan en dar un buen servicio “¿para qué? Ya vendrás” es su lema. Vendrá tu nomina, tus recibos, tus cargos de tus tarjetas de crédito, tus devoluciones o pagos a Hacienda, y ellos no habrán tenido que mover ni un dedo, tan sólo cobrarte comisiones, por el correo, por la tarjeta, por la cartilla, por el uso del cajero automático fuera de sus oficinas. Y encima se vanaglorian de sus beneficios, y como a un experto escuché decir por la radio “¿cómo va atener problemas nuestra banca si su máximo negocio es estrujar al cliente?” a ese abducido que si huye va a caer en otras garras similares, a ese rehén del sistema. Para colmo, algún ejecutivo iluminado, de esos que van buscando el ahorro de costes tuvo la idea de vendernos la idea de hacer las operaciones por el invento de Internet; que se hagan sus operaciones ellos solitos: Metan, saquen dinero de aquí para allá, es mano de obra gratis, en sueldo, en impuestos, cotizaciones a la seguridad social, ellos solitos se lo hacen todo, ¡y encima nos pagan! Alguien puede reflexionar y decir “joe, es que somos tan tontos que se lo damos todo mascado”. Yo creo que no es así, es una parte más de su maquiavélica maquinaria. Te dan mal servicio, te hacen perder tiempo, te abruman con números, con cláusulas y de pronto encuentras una puerta a todo eso, desde tu casa, te conviertes en un Juan Palomo, esto aquí, aquello allá, y a ver como tengo esto, sin darte cuenta de que te has convertido en un trabajador más que solo cuenta como cliente. Y como cliente tienen que venderle sus productos, para eso tienen el correo convencional, el electrónico y el inmoral spam telefónico que se mete en tu casa, en tu coche, en tu bolsillo llamando a la hora que le place y donde les plazca.

Eso sí, los comercios que habrán todos los días y a todas las horas, que las fabricas funcionen a tres turnos o cuatro, que toda esa maquinaria industrial y comercial que hace mover la economía y de la que en buena parte son propietarios trabaje a todo trapo y si puede ser a ver si volvemos a los tiempos de la revolución industrial, porque claro, si esto no funciona, deslocalizo, que otros muchos otros países están en el espacio tiempo del siglo XXI, pero en el de la practica productiva de principios del siglo XX.

A todo esto ¿sus trabajadores se han planteado su futuro? En las industrias los robots y los automatismos han reducido los costes de personal, todo bajo la hipócrita justificación de eliminar los puestos más penosos, insalubres y lo caro que sale un operario (claro que esto último no lo dicen abiertamente). Los trabajadores tendrían que plantearse que su sustitución puede ser mucho más sencilla y barata. Solo se necesita un ordenador con el que nosotros, los clientes les estamos sustituyendo.

Por cierto, voy al cajero automático a actualizar la libreta y ver si me han ingresado la nomina.

miércoles, 7 de abril de 2010

Machitos y féminas domesticas


Esta mañana, al volver de la tienda de ultra-congelados, es decir; más allá de los congelados, he visto unas niñas de unos 10 o 12 años, sentadas en un banco de una calle peatonal.
La chiquillas lucían sus atavíos clásicos de niña de 10, aunque más cerca de los 12, consistentes, entre otros, en el habitual bolsito de charol con dibujitos de la Barbie, o debía ser alguna de estas petardas que no paran de pasar por quirófanos de estética. Es decir; el cachivache de una mujer adulta, mezclado con la liturgia infantil que arrastra, allá donde tú vayas, a tus heroínas de la TV.
Pero lo que me ha llamado la atención es que en ese momento llegaba una señora con su bebé en brazos. Debía de ser una conocida de las niñas, o quizás una de las niñas era la amante del marido de la señora del bebé y quería disimular, no lo sé, en este mundo me lo puedo llegar a creer todo.
La cuestión es que las niñitas de 12 años han padecido como unos espasmos de transformación, se han levantado, y han abordado a la señora del bebé.
Una se lanzaba el pelo hacia atrás mientras le preguntaba a la señora sobre el estado de salud del bebé, que si comía bien, que si dormía bien, que si se pedía bien...
La otra se ceñía la blusa de vivos colores, pero con motivos infantiles, alisándose la tela por los costados mientras echaba su melena, con bolitas de colores, hacia atrás, mientras acariciaba el rostrito del bebé.
Y la otra, hablaba a la señora sobre la infancia de su hermanita, presumiblemente menor, y sobre sus fechorías infantiles, sobre su resistencia a la comida, sobre las noches de insomnio, sobre "y tú que le das"... mientras también, obviamente, se acariciaba, no otra cosa que su larga y lacia melena.
Sin duda, este comportamiento tan prematerno, o incluso maternísimo, me ha parecido muy significativo, por mucho que reconocerlo, les molestaría a estas niñas cuando tengan 30 años. Y sin duda que este comportamiento indica la presencia de una madre detrás. Que sea una madre que enseña, o unas niñas que imitan, creo que es indiferente; pero que se trata de un comportamiento cultural que se transmite de madres a hijas, me parece obvio. No creo que nadie piense que detrás de las niñas del bolsito de la Barbie hay un padre maternalista.
Cuando mi hermano era niño, como yo, su padre, que también es el mío, le transmitió la pasión futbolera, además, como siempre sucede, por el equipo favorito de papá. ¡Claro, no le iba a inculcar la pasión por el rival! Y mi hermano, pues lo asimiló. Esto fue así. Y mi hermano, ya se encargará de transmitir sus roles culturales a cada uno de sus hijos. A cada uno, aquel con el que mejor lo identifique. Y creo que esto es así.
Así que por mucho que doctos en la materia nos digan tenemos que cambiar los miles de roles de género estereotipados, que muchas veces tantísimo nos molestan, nosotros, todos y todas, seguimos perpetuándolos, una y otra, y otra, y otra, y otra....... vez.

Es más, en mi opinión se ha producido una asimilación por parte de las mujeres de aquel universo tradicionalmente masculino que se relaciona con el mundo del deporte de competición. De este modo las mujeres han incorporado a sus expectativas de fin de semana el hecho de ver fútbol, carreras de moto, o de coches. Y este hecho por sí mismo seguro que denota un sentido de decisión libre, pero seguro que también denota un cierto comportamiento sumiso al plantearse las mujeres que o se apuntaban al triste mundo del paseo dominical con el aparato de radio enganchado en la oreja, o todas juntas; de una vez por todas, mandaban a cagar a la vía a los hombres y se iban todas a una isla desierta sin tíos.

Y cambiaría de opinión sobre este sentido de sumisión pacificante de las mujeres versus machitos, cuando un hombre me invite a una reunión “Tupperware”, lo cual, ni esta ni ninguna otra cosa, ha incorporado de manera satisfactoria el hombre a su aburrido espacio mental.

Digamos que las mujeres han pensado que o vences a tu enemigo, o te unes a él. Exigir un cambio en la mentalidad masculina es imposible. Los hombres tenemos una sola neurona saturada al 100 % conteniendo esfínteres. Así que no se nos puede pedir más. Bastante tenemos con no cagarnos encima.

Y esto, y no la otra cosa que se interpretó como un signo de sexismo minusvalorador de las mujeres, es lo que pretendía decir hace unos días.

lunes, 15 de marzo de 2010

Miguel Delibes; ese recuerdo


Del mismo modo que un día le dediqué un post a la ilustre Farrah Fawcett Majors tras su deceso, quisiera con esta entrada, a falta de pan, dedicarle un recuerdo a Miguel Delibes.

Soy más historiador que literato, así que les cuento un recuerdo que sirva de homenaje a la memoria de Delibes, y mejor no me meto en camisas de once varas, cual imbecil en una gala eurovisiva.

Hace millones de años, cuando yo estudiaba en un viejo Instituto de Barcelona, acostumbraba algunas tardes a salir de clase y a tomar un autobús que me llevara al centro de la ciudad. No es este el foro adecuado para explicarles por qué hacía esto, pero sí que lo hacía. Tomaba el autobús 26, conectaba con otro autobús en Pza. Catalunya, y así regresaba muchas tardes a casa

Mi recuerdo se remonta a los años 80, cuando al cruzar Rambla de Catalunya pasaba por delante del finado “Teatro Barcelona”, donde durante mucho tiempo estuve viendo un gran cartel que decía: “Cinco horas con Mario”. Por aquel entonces yo no sabía quien era ni el Sr. Delibes, ni mucho menos quien era el “Mario” este de marras, pero sí que sabía quien era Lola Herrera. Creo que en mi lejana e ingenua adolescencia, me imaginaba que si en una obra de teatro salía la Herrera, con toda su laca y sus enaguas, debía de ser una obra de las gordas.

Nunca llegué a ver, ni a leer, “Cinco horas con Mario”. Con el paso de los años, la Herrera se puso a hacer spots televisivos y series de adolescentes salidas, el “Teatro Barcelona” se cerró, a mí me crecieron las orejas, y todo aquello quedó atrás en el recuerdo.

Y es curioso; mi frivolidad hablando de mis recuerdos de adolescencia se desvanecerán conmigo. Mi frescura para reconocer mi ignorancia literaria también se irán. El “Teatro Barcelona”, la Herrera, y mi prima la del pueblo también. Incluso el Sr. Delibes se ha ido.

Pero he aquí el milagro que obra la letra impresa; la parte terrenal de un escritor se convertirá en el mismo polvo del cual vino, pero su genio perdurará siempre mientras existan la tinta y los estantes.

lunes, 22 de febrero de 2010

"Perdidos"


Me llama poderosamente la atención el malhumor que se destila en “Lost”. Una hostilidad que me irrita sobremanera porque no puedo entender porqué bajo el signo del malhumor nos autorizamos a maltratar al vecino. En este caso se trata de unos pobres chicos que sin comerlo ni beberlo se caen en una isla, y pasan temporadas y capítulos enteros tragando la mala baba de “los otros”, de los otros “otros”, de la tía Perica, y de la suegra del realizador.

Supongo que es uno de esos imponderables de la especie humana; hacer participe a nuestros más próximos conciudadanos de nuestra miseria. Puede que este hábito contenga algún tipo de rescoldo de lo que en el pasado fuera un acto social. Quizá en épocas primitivas cuando no existía el papel higiénico, se compartía mucho más en un simple choque de manos. Debe de tratarse como de invitar a alguien a echar un pitillo… aunque en el caso de “un mal día” lo que se comparte es bilis.

Y debo reconocer que a mí es una cosa que me atormenta porque no sé controlar. Cuando “me levanto con el pie izquierdo”, deseo con toda mi alma que todo el mundo a mi alrededor se muera entre dolores espantosos. Claro que así lo que consigo es que mis vecinos acaben blasfemando de todo, como yo.

Lo que no entiendo es porque no existe un mimetismo al contrario; porque es tan difícil que el buen humor se contagie como una gripe A cualquiera. Debería de ser así ¿no?. Que uno se levantara por la mañana abominando del mundo en el que le ha tocado vivir pero que una dulce sonrisa le rescatara y le hiciera olvidar lo feo que todo le parece.

Para que después hablen de aquello del equilibrio entre contrarios… pues sí.

Y con estos chicos perdidos en medio del Pacífico pues pasa un poco lo mismo. ¿Porqué hay tanta mala baba en esa isla? Sí, ya sé que si no la hubiera, si todos no fueran más bordes que una taquillera de cine franquista, no habría serie. Sería un poco como si el coyote pillara de entrada al correcaminos y le metiera la del pulpo. Se acabaría la serie, aunque por fin; también ese irritante “mic-mic”.

Pero es que “Lost” a este nivel es un museo de los horrores; el humo negro este que las gasta como el diablo, o la francesa histérica preparando trampas a los pobres chicos cuyo peor delito ha sido estrellarse con el avión en medio de sus lechugas, o la otra orejuda haciéndose pasar por un tío jubilado que viajaba en globo con su esposa pero que después resulta ser más mala que la peste, o las que iban en la cola del avión y que caen en la otra punta de la isla junto a aquella Ana Lucía que es más borde que el copón… y así podría seguir.

Y claro, las otras cándidas pues a tragar mierda tocan. ¡Pobres! ¡Imagínense qué marrón! Por si no fuese bastante putada que su avión se estrellara en el quinto pijo, “los otros” ensayan sobre ellos todo un manual de perrerías. Una tras otra, sin olvidarse de media. Pero es que encima “los seis de Oceanic” son tan bobos que cuando consiguen volver a casa, pierden el culo por regresar para que les sigan puteando. ¡Ala ahí! ¡A tragar caca a capazos! ¡Venga John Locke, reina, que es gratis!

Porque sí, es cierto que hay gente “perdida” que se ha portado muy mal en la vida y que se merece todos los castigos en esa especie de purgatorio en medio del Pacífico… pero ya me dirán del pobre Hugo… Más allá de inflarse a bollycaos no veo yo sus “pecados”… aunque claro, la dinámica de esta serie es así; lo mismo en breves capítulos ese adorable gordinflón se descubre como un demencial pederasta que se comió a su propia madre en pleno ataque de gula edípica.

No sé. Reconozco mucho mérito en los guionistas de “Perdidos” quienes han construido seis temporadas de una serie que se sustenta en la mala ostia, en la hostilidad, en la desconfianza, en el sufrimiento, en el engaño, en la muerte fácil, en el “mobbing”, en el “bullying”, en el “puenting”… No recuerdo ni un solo momento en la serie que te haga estremecer de felicidad. Vaya, algún momento radiante sí que habrá quien pueda asegurarme que exista, pero a poder ser que no sea un momento que en unos segundos quede vaporizado en una inmensa nube de estiércol.

Supongo que tales guionistas han sabido explotar el lado más voyeur de todo ser humano; aquel que goza con las zurras ajenas…quizá sea por eso que seguimos enganchados a esta serie, porque otra satisfacción la verdad es que no nos da.

Sin embargo todo debería tener su límite; entre tanto alarido de dolor uno espera el clásico momento de la bofetada. El gratificante momento en el que el bueno se revuelve contra el malo y lo pone tibio a guantazos. ¿Han visto “Deep Proof”? Pero ni siquiera el final de “Lost” se promete vivificante. Bueno, al menos eso dicen… Así que después de sufrir como posesas durante decenas de capítulos, nos vamos a quedar a cuadros. ¡Eso sí que pone de malhumor!

sábado, 30 de enero de 2010

"Not In My House" (NIMH)





Hay noticias que debo reconocer que me llaman poco la atención. Quizá porque geográficamente me quedan un poco lejos, y uno se acostumbra a que los incendios se los apaga uno en casa y que cada perro se lama aquello donde llegue. Es una actitud bastante egoísta, pero querid@s quien esté libre de culpa, que tire la primera piedra.

Y en este punto les cuento que estos días me ha llamado poderosamente la atención desde la recepción de correos con pps que claman por un mundo limpio y más bonito, o invitaciones a grupos del “Facebook” que chillan por un “No al cementerio nuclear”, hasta noticias en prensa que ponen verde, a eso voy; al alcalde de Ascó por pretender que su municipio albergue el Almacén Temporal Centralizado (ATC). O lo que es lo mismo; a parir un espacio donde guardar los residuos nucleares que generan los procesos que al final nos encienden las bombillas y las plays.

En esto que a mi se me antojan dos consideraciones básicas que ponen en evidencia la santísima inocencia en la que vivimos, sobre todo en el ámbito de un “noismo” social cegato, impulsado por grupos ecologistas, y otras plataformas más oportunistas creadas al uso, yo creo que en un efecto similar al que vincularon el movimiento ocupa con el plan de Bolonia en las Universidades.

Una de estas consideraciones sería que no veo ninguna razón coherente por la que otros nos tengan que guardar la mierdecita que nosotros generamos. Porque supongo que estos grupos antes mencionados saben que generamos residuitos que nos guardan vecinos como Francia. ¿Lo saben, no? Y que estos tampoco lo hacen gratis ¿verdad? Y que Francia está a apenas unos kilometritos de nosotros, con lo que dice muy poco de estos grupos antes mencionados, y de todos y de cada uno de nosotros, si esta situación ya nos está bien. Esto podría considerarse como un acto de egoísmo que mucho se parece al mío, con lo cual les remito a aquello de tirar la piedra.

He leído algo sobre la teoría del “Not In My House” (NIMH), aquella que todos nos aplicamos cuando pretendemos que algo que en el fondo sabemos necesario, nos apetece poco que nos lo apliquen al lado de casa, con lo que mejor se lo encolomamos al pueblo vecino, y así se pudren ellos. Dependerá pues entonces de quien gane el pulso social y político, en torno a una concepción prepucial de la ecología que cubre o descubre nuestro amor por la verduras según se nos antoje en cada momento. ¿Volvemos a hablar de piedras?

Porque ahora nos preocupa mucho lo del ATC este y hasta se nos ponen los pelos de punta cuando se nos lo menciona, pero mucho disfrutamos todas subidas en el “Dragon Khan” mientras vemos casi a nuestros pies aquellas bellas lucecitas. Aquellas, que no son otras que las de la inmensa industrialización petroquímica que sostiene esta zona de Tarragona y aledaños, que mucho llena nuestros depósitos haciendo nuestra vida muy agradable, y que genera los puestos de trabajo imprescindibles que claman sus gentes. Pero entiendo que si en estos momentos nos la pela ¿Porqué ahora jugamos a ser “ecologistas de manual” y no nos ruborizamos nada al mostrar tan abiertamente nuestra enorme y descomunal hipocresía del tamaño de un océano de mierda?

La segunda consideración que me hago a propósito de que el alcalde de Ascó haya ofrecido el municipio para albergar el llamado “cementerio nuclear”, es que si yo hubiera estado en su lugar, también lo hubiera hecho. Y lo hubiera hecho por una sabia razón que puede que a los barcelonacentristas se les escapa; porque la zona de la Ribera d’Ebre necesita de un tejido industrial que absorba una mano de obra que ya no puede justificarse en el campo y las cebollas, y que apuesta por la innovación tecnológica y por el desarrollo, en un inmenso territorio abandonado de la mano de nuestras instituciones. Porque de la misma manera que el alcalde de Ascó, el de Vandellós se cuestionó recientemente que qué va a pasar cuando sus centrales nucleares hayan completado su ciclo vital y deban de ser desmanteladas, y sus trabajadores no puedan ubicarse en otras empresas, como por ejemplo pudiera ser Lear, inmersa actualmente en un proceso de deslocalización ante nuestra mirada pajera.

¿Dónde han estado las verduleras amantísimas del medioambiente y de la ecología, en lugar de montando un pollo para evitar tal deslocalización, dejando con el puto culo al aire a más de 500 familias? ¿Pero cómo se atreven a pugnar por un mundo idealizado sin escuchar la necesidad de sus gentes? ¿Pero cómo se pasan por el forro al 90 % de la población de esta zona quienes están a favor de que les monten el ATC o cualquier otra cosa que les lleve en dirección al futuro? ¿Pero cómo pueden ser tan cínicas de argumentar que el ATC no es bueno para el conjunto de la sociedad catalana, y mantenerse impávidas ante la exportación de nuestra mierdecilla a algunos kilómetros más allá, en territorio francés? ¿Pero qué se piensan? ¿Qué en caso de fuga radiactiva, la nube tóxica se va a quedar quieta en la frontera porque no tiene pasaporte?

Por todo ello que leo que a propósito del tema, Montilla ha dicho que le pone más bien poco que en Catalunya haya un ATC, pero que deja la decisión en manos de los alcaldes opositores a esta infraestructura. Claro, Montilla se ha posicionado lo más políticamente que ha podido. Ahí yo también hubiera hecho lo mismo. Habrá pensado que o montamos algo por allí o los tengo que mantener de alguna manera.

El mundo de hoy es el que tenemos, es el que hemos construido entre todos a través de políticos que están ahí legitimados por nuestros votos. Y a todos no va la mar de bien tener la calefacción centralizada en casa, el aire acondicionado en verano, la TV digital, muchas bombillitas, jacuzzis y la tostadora, incluso las amantes de las hortalizas disfrutan como posesas de tales comodidades. Así que en lugar de plantear batallas con ese “noismo” tan pesado, exijamos a nuestros políticos que lo que hagan, lo hagan bien. Con la cabeza. Ofreciéndonos garantías de su sostenibilidad, de su seguridad, y de que todo vaya la mar de bien. Pero dejemos de poner palos en las ruedas del desarrollo en nombre de actitudes hipócritas, y procurémonos un mundo limpio en sincronía a nuestras nuevas necesidades. No con actitudes inmovilistas que nos llevarían irremediablemente a empezar por el Neolítico, sino con la mente abierta y con el rigor con el que merecemos tratarnos y ser tratados.

jueves, 28 de enero de 2010

Escribe si quieres. Cuéntanos cómo pasó.




Estaba pensando que quizá haya alguien a quien además de leer nuestras burradas, le apetezca escribir algo en este espacio. En este o en cualquier otro, pero que le da como pereza crear un blog, buscar el título, y otros.

Desde aquí os brindamos este espacio. Escribid quienes queráis vuestra cosa y nos la enviáis por e-mail. Nosotros la publicamos.

Vuestra receta de cocina, vuestro clip de la Pantoja, un cuento de niños, una critica despiadada a la vecina, una reseña literaria, el comentario de una película, una reflexión sobre el acné juvenil en los aguacates, una confesión inconfesable, un relato erótico, una historia de amor apasionado entre un doberman y una amapola... lo que queráis.

Lo único que os pedimos es sutileza. Que se puede poner bien verde a tu enemigo sin usar tacos ni decir su nombre, y que además todos lo reconozcamos.

No hay premio, lo siento. Ninguna rubia desmuslada y de sonrisa demencial os hará entrega de nada . Pero hacedlo. Nuestra invitación es en firme.

Entre tanto. Muchos besos

sábado, 23 de enero de 2010

Un día aciago.




Iban a cerrarse las puertas cuando una mano de generosas uñas rojas las detuvo. Aunque es normal que esto pase en los ascensores de muchos edificios, uno no acaba de acostumbrarse nunca, y me sorprendí.

De hecho, más que sorprenderme, me asusté. Aunque si he de ser sincero, debo de reconocer que un susto sencillo no fue. Lo percibí cuando me descubrí en el suelo acurrucado, mientras chillaba de pavor y lloriqueaba como una nenaza que acaba de darse cuenta de que le han robado las bragas, y que no recuerda como ha sido.

Sin embargo, una vez recompuesto, observé que la dueña de aquellas uñas tan rojas como el cencerro de una vaca comunista, apretaba de nuevo el botón del quinto piso y que, ignorando mi presencia, miraba fijamente allí donde todo el mundo miramos cuando viajamos en ascensor, a la puerta.

Era una mujer alta y esbelta, de larga cabellera rojiza y ondulada, de piernas largas y de muslos prietos. Vestía un traje de chaqueta de diseño italiano, tan caro que me contaron un día que para poder pagarlo había tenido que comerse, digamos que lo incomible. Y su perfume... mmm, su perfume. Quizá fuera una marca francesa de aquellas de frasco de diseño y de nombre impronunciable. Sonaba a sándalo, rosas rojas como sus uñas, jazmín, cítricos, y chorizo.

- ¿Chorizo? – pensé en silencio, como todo el mundo hace.

Fue como una bocanada de aire fresco de la montaña que en su recorrido hubiera cruzado y destilado todos los aromas bárbaros de una planta productora de fiambres y embutidos, y que antes de llegar a su destino, mis fosas nasales, hubiera deambulado un rato por una refinería de petróleo. Era como si un inodoro se desbordara y millones de restos de fabada de lata empezaran a masticar chorizo del Bierzo. Era como...

- Perdón, se me ha escapado. – insertó ella entre mis pensamientos, mientras seguía mirando al frente y sacudía su cabellera hacia atrás.
- No, no pasa nada. – le dije yo muy correcto mientras disimulaba una arcada visiblemente entrecortada. – Todos eructamos alguna vez en la vida.

Aquel viaje me estaba resultando eterno, no llegábamos nunca al quinto piso. Suele pasar cuando uno toma ascensores de “low cost”.

La chica de las uñas rojas aprovechó entonces el trayecto para retocarse un poco. Primero los labios, después unos polvejos de esos que las mujeres se echan en las mejillas, y acabó esta primera parte pasándose un peine de esos de púas para adecentarse la cabellera. Digo primera parte, porque la segunda era extraer de su bolso un enorme frasco de laca “Myrurgia” con el que sirvió rociarse durante un rato eterno. Mullida en el éxtasis por el frescor pegajoso de la laca, adecuaba la posición de su cabeza con ligeros movimiento ondulantes de su cuello de piel nacarada.

- Señorita – la espeté tocándole el hombre – entre el eructo a chorizo y la laca “Myrurgia” está usted dejando el ambiente irrespirable.
- ¿Disculpe caballero? – me preguntó con los ojos llorosos de tanta laca impregnados.
- ¡Qué deje usted la laca esta que nos vamos a ahogar!
- ¡Oh claro, disculpe! – la chica guardó la laca y siguió contemplando la puerta.

Yo ya estaba bastante impaciente por llegar a mi planta. No sólo porque los ascensores no me gustan nada, sino porque además estaba harto de aquella de quien empezaba a sospechar que se trataba de una rubia teñida. Aunque lo cierto es que empezaba a estar harto de una forma demasiado prematura, porque lo mejor estaba aun por llegar. Esto fue que de pronto la chica giró levemente la cabeza para preguntarme:

- ¿Me permite?
- Que le permita qué...

Considerando retórica tanto su pregunta como mi respuesta, la del perfume de sándalo sacó de su bolso una pitillera de plata de la que extrajo dos cigarrillos.

- ¡Oiga señorita, no irá a fumar usted aquí y ahora!

Demasiado tarde. El humo de sus dos cigarrillos empezó llenar el ambiente. Humo, humo y más humo.

Por suerte que por fin el ascensor se paró en el quinto piso y pude proceder a desembarcar, si bien sería más correcto afirmar que fui expelido por una nube de humo espeso como un puré de alquitrán. Balanceándome anduve por el vestíbulo mareado, porque para más inri no me había tomado mis “Biodraminas” para viajar en el ascensor, hasta llegar a la puerta de mi casa.

Ofelia, mi adorable esposa, salió a recibirme ataviada con el eterno rodillo de amasar pan.

- ¡Llegas borracho perdido, tambaleándote como una peonza! – gritaba Ofelia fuera de sí.
- ¡No es lo que parece palomita!
- ¡Por mis rulos que esta vez te meto de lo lindo! ¿Y ese olor a sándalo, rosas rojas, jazmín, cítricos, y chorizo? ¡¡¡Has estado con una furcia!!! ¡¡¡Te la has llevado a un restaurante barato y después has retozado de lo lindo en el asiento de atrás de su Audi!!! – gritaba exasperada, mientras intentaba sacudirme con el rodillo.
- ¿Un Audi? ¿Pero quien tiene un Audi?
- ¡¡¡No cambies de tema!!! ¡Esta vez has ido demadiaaaado lejos!!! – gritaba esto mientras furiosa balanceando el cuello de un lado para otro. ¡¡Esta vez cojo a los niños y me voy!! ¡¡¡Se acabó!!! ¿Y donde has metido la boca que tienes laca en el bigote? ¡¡Depravado!!
- Pero si no tenemos niños – me atreví a decir.
- ¡Y encima hueles a cigarro de fulana! ¡Me voy! ¡Que lo sepas! Para posibles negociaciones de paz, estaré en casa de mi madre. ¡¡Adiós!!

(Portazo)

miércoles, 20 de enero de 2010

Un año de amor

Pues ya estamos de vuelta. La Navidad, esa entrañable amiga pesada que llega cada año, y que, por otro lado, tiene la indecencia de transformar tus euros en el banco en sendos michelines en tu cuerpo, se las ha pirado por donde ha venido. Y con el rollo, con el rollo... hemos cumplido un año. El blog ha cumplido un año. Nosotros no; mi alter ego y quien teclea frenético, contamos nuestros años de edad por centurias ya.

Pero lejos de hacer un insostenible recorrido por este año de blog, lo cual aburriría muchísimo a nuestros seguidores, puesto que ya que lo son, saben sobrados qué se ha cocido por aquí durante este año, me apetece agradecer a todas y cada una de las visitas que hemos recibido, dándoles un trillón de besos.

Dados los besos, paso a contarles un anécdota de mi vida como lo pudiera haber sido cualquier otra.

Como buen amo de mi casa que soy, aunque esto me etiqueta mejor como buen vecino que vive en una comunidad de ídems, esta tarde bajé a hacer la escalera.
No, no es que hasta ese momento tuviéramos que subir a nuestras moradas lanzándonos con pértigas, no, no es eso. Es que me tocaba fregar el rellano de la entrada principal, ya saben; rotando que es gerundio.

El caso es que he bajado con mi escoba y mi fregona a las 7 p.m., vaya, lo que viene siendo las 7 de la tarde, y me he puesto a darle a ambos palos como si fueran luchacos a fin de dejar el suelo resplandeciente.
Por supuesto que era mala hora; la del tercero que llegaba con el carricoche del niño, que se estaba comiendo una pera, Doña Pura que venía del Súper y no ha evitado tirar la colilla de Faria sobre mi friegue, los... cómo llamarlos sin ofender a nadie... los vecinos del sexto, esos que conviven 16 en el mismo piso y que a su paso han descrito cara de asombro al ver: A) A un tío fregar el suelo, y B) Esos artilugios raros con los que lo fregaba. Y un largo etc. (Aunque aquí mi alter ego quizá me rectifique puesto que un “etcétera” es un “etcétera”, y nunca es largo, ni corto)

Como bien se imaginaran, entre pisadas, rabos de pera, y colillas... no había manera. Pero a mí eso me ha dado igual. Me da igual porque lo que aquí importa es que te vean. Que en hora punta uno se ponga a fregotear los suelos, cumple este sentido de convivencia en comunidad; que lo hagas. Mejor o peor, con restos de pera o con tampax por los rincones, pero que cuando te toca, lo que cuenta es que te vean bien ataviado con fregonas, y que con brío canturrees un buen tema de Perales; uno de esos de amores desgarradores.

Es que sino, en la clásica reunión de vecin@s, en la que los vecinos de arriba piden el ascensor, y los de abajo que se arregle la antena, que tan abajo la señal de la tele llega casi como de codificado de canal plus, el temita de la limpieza de la escalera sale fijo.

Sobre todo cuando ven a un pipiolo, bello, inteligente, bien formado, y excelentemente dotado como yo, que vive en soledad. Las “doñas puras” de rigor, no lo soportan. Te meten sin descanso con que no friegas la escalera, aunque vean que un niño de dos años relame el suelo ante la mirada de complacencia de su madre. Aunque vean al Mister Propper cabreado tragándose el algodón, ellas lo sueltan; como si soltaran un pedo.

¡Qué pesadas!