lunes, 8 de noviembre de 2010

Sola

Hace casi un mes que me quedé sola en casa. Efectivamente yo solo (sí, solo de solamente sin acento gracias a la nueva gramática de la RAE)... yo solo había sido poseída por la desidia. Pensaba, daba vueltas a mis cosas pero no me decidía a publicarlas, a compartirlas, a divulgarlas.

Mi casa había aparecido en un escaparate, de repente la gran pared que yo quería cubrir con hermosos papeles se vio reemplazaza por un muro de cristal que me dejaba tan a la vista como jamás hubiera podido imaginar. Eso me atemorizó, me dio hasta frío. Así que cogí mis fotos, mis poemas y mis nostalgias y me encerré en el lavabo. Allí, a salvo de las miradas duras y tendenciosas, me dediqué a leer, a leer y a leer. Yo que iba a escribir una gran novela romántica bajo pseudónimo y acabé envuelta en papeles de periódico al abrigo de mis temores.

¡Se acabó! Prometo no ser nada prolija, lo aseguro. No poseo el don de la constancia pero sí el de la compulsión. Regreso tras pintar las paredes y hacer desaparecer el ojo que todo lo mira. El negro como ritual ha dejado paso a las palabras blancas y ahora puedo hacer lo que desee con ellas. Dialogar tras los garbanzos, coquetear con mis amigos, dedicaros un poema, colgar una canción que solo (de nuevo sin acento) soporte... Posibilidades de generar un espacio como tantos hay ya, sí, como tantos pero mío.
¿Qué haré con tanta libertad? Eso no se verá hoy ...