viernes, 30 de abril de 2010

SANT JORDI



Pues al hilo de mi último post, quisiera comentarles que el pasado viernes, día 23 de abril él, me lancé a las calles de Barcelona para “vivir la fiesta”. Por algunas razones , esta es para mí “la fiesta”; es mi motivo para acercarme a Canaletes, y no otro. Por cierto, aprovecho aquí para comentarles que no hace mucho un imbecil me llamó “friky” por pasar de “nuestro” Barça como si este fuera el virus de la gripe. Me llegó incluso a acusar de “poca catalanidad” por el hecho de ignorar siquiera el nombre de su entrenador. En fin, lamentablemente lo peor es que se lo estaba creyendo.

Pero vaya, voy a lo que importa y no pierdo más pulsaciones en hablar de fútbol. Como les decía, me acerqué a las Ramblas, me dejé acosar por las “rosistas”, asomé la nariz por aquellos stands donde había la clásica escritora mediática que sólo escribe un libro para estas fechas, y que, en un arrebato de humildad, se trata de un glosario de sus mejores ocurrencias en TV. Sufrí apretones, no de intestino pero si de otra gente, y gocé de un día de tradición, de una celebración propia de mi cultura, de una jornada colectiva para venerar en la calle la llegada de la primavera, en fin, mil cosas y no esas otras tan aburridas que sólo generan la gente aburrida.

Lo que pasa es que somos una sociedad con mucha tendencia al menosprecio. El menosprecio de terceros, es cierto, a eso ya nos tienen acostumbrados, pero también al autodesprecio. Creo que los catalanes adolecemos de un exceso de pasividad y de una gran carencia de autoestima. Sobre todo porque, en gran medida, convivimos con el enemigo en casa. Digo esto porque cada vez es más fácil escuchar que en el fondo, han sido las editoriales quienes nos la han colado, montándonos unos festejos (como si estos se hubieran inventado ayer) para vender libros como locas. Esto es peligroso, puesto que del mismo modo que muchos han asimilado la mentecatez de que el 11 de septiembre, otra fecha de cabecera digna de ataque, celebramos una derrota, estamos empezando a asimilar que el 23 de abril es la jornada del librero.

Y probablemente así parezca. Somos tan burros que si no nos montaran un día para comprar libros con descuento, no leeríamos más allá del “Colhogar 12 rollos de doble capa”. Pero otra cosa es que nos resignemos a tragar con un proceso hostigador que minusvalora nuestras tradiciones. Por suerte, pese a todo, seguimos llenando las calles el día de Sant Jordi, compramos la rosa, el libro, y buscamos el autógrafo de nuestro escritor favorito.

Escaso favor le hacen a la cultura, y mucho abonan aquellos otros terrenos cenagosos, las cuatro escritoras mediáticas de siempre que poco aportan al intelecto humano, y sí unos buenos rendimientos editoriales. Reciban ellas todos mis reproches y abucheos por oportunistas. Aunque... leamos eso por lo menos ¿no?

Hay más:

Esta fiesta del libro, que lo es según resolución de la UNESCO desde el año 1995, no lo es sólo para Catalunya; lo es para todo el mundo. Lo digo para las que piensan que si también lo hacen en Liubliana (1) , pongo por caso, la cosa se les antoja más “in”.

Y lo es también ¡de los derechos de autor! (Parecía raro que no aparecieran por aquí estas víboras). Resulta que tras una noche de copas, UNESCO se propuso incitarnos a hacer cultura, aprovechando una fecha que podía asociarse a los decesos de ilustres de la literatura como Shakespeare o Cervantes. Seguramente “el día del libro” podía haber sido ubicado en cualquier otra fecha, quizá el 14 de Julio para que coincidiera con la Toma de la Bastilla, o el 18 del mismo, ya saben porqué… Pero no, se eligió el 23 de abril. Además, lo dice la resolución de marras, compruébenlo ustedes mismos si quieren; tomando como ejemplo a Catalunya. Las de siempre que vieron ahí un flanco por explorar y succionar con gula, se añadieron a la proclama.

¡¡Cómo no va a parecer puro mercantilismo nuestra grandísima fiesta si estas vividoras están ahí metidas!!

De todos modos, a mí no me fastidian mi festividad de Sant Jordi. Es más, desde que tengo un 23 de abril cerca, “ya no utilizo otro”. Ni 14 de febrero, San Valentín en el Corte Inglés, ni 7 de julio, San Fermín. A mí; mis rosas, mis libros, mis Ramblas, mis apretujones, mi 10 % de descuento, mi “joder la vaca-burra qué pisotón me ha dado”, mi pan de nueces, queso y sobrasada …


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1) La ciudad de Liubliana fue elegida el 18 de junio como Capital Mundial del Libro para el año 2010 tras la reunión, en París, de un comité de selección compuesto por representantes de las tres principales asociaciones internacionales del sector del libro y la edición.

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