martes, 27 de julio de 2010

La mezquita de Lleida




Estos días he estado un poco pendiente del caso de la mezquita de Lleida. Por un lado, están unos señores que cuadruplican la capacidad límite de un local donde se reúnen para rezar; por el otro, el alcalde de LLeida que les dice que se siente, pero que eso no puede ser. Por un lado, los señores aquellos que le dicen al alcalde que entonces les construya más mezquitas; por el otro, el alcalde de Lleida que les contesta que naranjas de la China. Que a orar en la intimidad que es lo que él hace.

Bueno, qué quieren que les diga, pienso que en este país, incluso en esa ciudad, se han hecho barbaridades más gordas que no construir unas mezquitas a un puñado de musulmanes. De hecho, pienso que el aeropuerto d’Alguaire era totalmente innecesario para una ciudad como Lleida, cuyo desarrollo no depende de ningún aeropuerto, pero vaya, bienvenido sea.

Podemos decirles que en este país los dogmas cristianos nos permiten llevar nuestra religiosidad en privado. Podemos añadir en voz más baja que también en lugares públicos, envueltos en tenebrosidad e imágenes dolientes, incluso que, como fruto del desarrollo histórico del cristianismo, que nos sobran lugares de culto como para dar y vender. Tal vez, si musulmanes no se horrorizan demasiado, podríamos compartir el uso de nuestros cristianos e infrautilizados lugares de culto. Pero esperar que los musulmanes se midan según nuestros patrones culturales, es una barbaridad.

Que las comunidades de musulmanes en España son refractarias al cambio puede que sean una evidencia. Este hecho puede justificarse por la mera razón de que se sienten en esta sociedad de paso y no sienten la necesidad de hibridarse. Argüir que ellos están de paso y que nuestras administraciones no pueden invertir en unas infraestructuras que pueden quedar fácilmente en desuso, me parece mucho más inteligente.

Sin duda que al responder nosotros como lo ha hecho el alcalde de Lleida, además en tanto que sociedad de acogida que hemos reproducido la edad media a partir de ensañamiento laboral con estas comunidades, mantenemos análogos patrones refractarios. Y desde luego, abrimos la puerta del conflicto.

Otra cosa es que nos repatee el hígado esa refracción cultural. Todos hemos oído alguna vez que después nosotros vamos a Marruecos y tenemos que ponernos el burka. También olvidamos fácilmente que en muchos de nuestros renombrados templos tenemos que cubrirnos los hombros o las piernas o Dios nos lanzará un rayo fulminante, lo cual, desde el punto de vista estrictamente religioso me parece una tomadura de pelo. De hecho, recientemente he leído que una moza evangelista ha sido expulsada de Marruecos por proselitista y por suponer un peligro público. En esto no voy a ponerme de parte de nadie, porque de todos es bien sabida la pesadez de algunos devotos que van con la revistita en la mano atacando ancianitas. Así que pongo un poco en duda si la chica hacía proselitismo o no. En todo caso, eso pasa allí, no aquí, por lo que pienso que requiere planteamientos diferentes y la búsqueda de soluciones diferentes.

Si lo que nos molesta son sus patrones culturales tenemos dos opciones; o los echamos, o adoptamos actitudes pedagógicas que ayuden a estas comunidades a superar sus tabúes. Insistamos en que cubrir el rostro de sus mujeres es despreciar su dignidad. Exijamos a nuestras instituciones que informen hasta la nausea a los recién llegados que la opresión que ejercen sobre sus mujeres es indigna. No son bárbaros, son personas abducidas por tradiciones que ni siquiera saben que se pueden saltar sin que pase nada. ¡¡Cuantos siglos nos ha costado a nosotros pasarnos por el arco del triunfo los miles de tabúes que nos han inculcado en nombre de Dios, de la Santísima Trinidad, y de la Sagrada Familia!!

Tampoco les digamos que es porque a nosotros nos duelen los ojos al verlas cubiertas en su belleza, sino expliquémosles que es porque a ellos les denigra como seres humanos. No a través de leyes que prohíben, muy de moda en nuestra cínica sociedad, por cierto, sino a través de programas pedagógicos que faciliten la inserción de la mujer musulmana en la vida social del país de acogida. Pero el “rebote” que nos pilla a todos cuando vemos a una señora con burka, o a un señor que se lava los pies en una fuente pública, lugar que parece ser que tenemos que reservar para que beban agüita nuestros perritos, no tiene nada que ver con la forma en la que estas comunidades necesitan ejercer su religiosidad. Esto es mezclar las cosas e ir de boca al conflicto.

Si quieren mezquitas, que se les faciliten mezquitas. A la vez, exijámosles respuestas, conductas, hábitos… un ejercicio de cultura a caballo entre dos sociedades donde también nosotros tenemos que subirnos. No queramos ser muy estupendas y globalizadas para unas cosas, y olvidar que el mundo es de todos.

Algo se está haciendo en este sentido a través de los programas de acogida de la Generalitat de Catalunya, pero es poco. Probablemente porque no hay suficiente dinero. Para poner en marcha proyectos ambiciosos se necesita capital. ¡Qué se yo! ¿El equivalente a un trocito del aeropuerto de l’Alguaire?

Después, sólo después de que nosotros hayamos dado el do de pecho en esta sociedad en un mundo globalizado, podremos decidir qué más hacer. Ya veremos entonces si nos colgamos o no letreritos por todas partes, como hacen los australianos, donde se diga “Si no nos quieres, lárgate”. De eso ya tendremos tiempo.

4 comentarios:

  1. Yo creo que el que quiera orar, que ore en privado, en su casa, en su intimidad. No hace falta hacer alarde de ello. Te instalas una crucecita en la habitasao, te cuelgas un santo cristo y te montas unas velitas encendidas y ya tienes tu lugar de culto, para que necesitas más?

    Ya bastante tenemos con todas esas reliquias de iglesias que están medio desiertas y que no cubren el cupo mínimo, como para tener que construir también mezquitas.

    Por otro lado, el Corán que yo sepa no dice nada de que la mujer tiene que ir cubierta hasta el tuétano. Eso es una invención talibán o extremista, que se han sacado del bajo vientre algunos enérgumenos machistas recalcitrantes, para someter (como no!) a la mujer.

    Ya está bien de ceder tanto en algunas cosas (demandas varias de inmigrantes) y prohibir tanto, por otro lado, a los ciudadanos de aquí!!!!

    ResponderEliminar
  2. No ví esto porque me hallaba de marcha vacacioneril.... No voy a hacer ningún comentario sobre el tema de las oraciones y los lugares aptos o habilitados para el rezo, mi comentario va a girar en torno al tema del aeropuerto de Alguaire y al comentario que el autor del post ha hecho en relación con él. Está claro que esta ciudad no lo necesita para su desarrollo, pero te aseguro que aqui lo celebramos con una buena dosis de sardanas hardcore ya que aunque no sea imprescindible para nuestro desarrollo no acerca por fin al mundo exterior y nos hace sentir un poco menos olvidados que hasta hace unos meses. Los que vivimos aquí tenemos una sensación de que somos considerados de segundo orden, somos el granero o la granja del país, somos simplemente una comunidad agricola..... No sé, no quiero desarrollar ahora un acto de pataleta por sentir que Lleida es de segundo orden entre otras cosas porque no tiene playa.... Yo sé que el autor del port tiene una relación con mi denostada y a veces amada Lleida. Yo sólo quería decirle que a veces las cosas pueden no ser imprescindebles pero, ello no implica que no puedan ser necesarias y/o utiles. Rgresé de mis vacaciones ya y lo hice aterrizando en Alguaire, al lado de casa y eso siempre sienta bien

    ResponderEliminar
  3. El otro día oí en TV3 que el número de reuniones de negocios, o sea de las gordas, que se celebran en Lleida desde la puesta en funcionamiento del AVE, se ha duplicado, y que el volumen de ingresos por esta razón ha alcanzado cifras de vértigo.
    Se decía esto porque se espera que los nuevos flights que en breve empezaran a operar desde Lleida, acaben de poner esta ciudad en el mapa.
    A menudo, para saber la utilidad de una infraestructura se mide en macrocifras para hablar de rentabilidades económicas. Pero a menudo, también, acentúo tu afirmación, la utilidad se mide por la satisfacción de los usuarios que van a utilizar esta infraestructura. En mi post no tuve en cuenta esta segunda parte, y después de leerte, pues sí.
    Como bien dices y sabes, Lleida es mi segunda ciudad en CAT. Me gusta, y hay sábados en los que le dedico unos paseos. Para mí, mantiene una cierta dosis de provincianidad que la hace adorable. Provincianidad que también tiene BCN pero en otro sentido. Además, se averguenza de ella, por cierto.

    Tal vez me horroriza pensar que con un aeropuerto en Lleida, se pierda el toque de ciudad-pueblo. No sé si en mi post lo que intentaba decir era que mejor no, que mejor no desarrollen más Lleida, que ya está bonita así. Lleida y comarcas aledañas me refiero.

    Pero claro, yo no soy habitante de Lleida. Si lo fuera probablemente pensaría como tú.

    ¿Sardanas hardcore?

    ResponderEliminar
  4. mi amado, lo de hardcore es un adjetivo que intensifica la joya y la gloria de la primera parte del sintagma.... y claro la sardana alere, alegre no la acabo yo de encontrar demasiado alegre... la veo más bien simbólica.. pues nada que lo vi bien eso de marcarme unas sardanitas en plan hardcore... a lo duro....
    Me alegro por tu comentario y no he hablado d lo de los rezos poruqe me hallo en crisis mística total, ya me dirás tú ... después de una comnión en toda regla y d haber ido a misa durante todo un año domingo tras domingo.... No estoy yo para rezos
    beso toda tu mano d nuevo

    ResponderEliminar