miércoles, 7 de abril de 2010

Machitos y féminas domesticas


Esta mañana, al volver de la tienda de ultra-congelados, es decir; más allá de los congelados, he visto unas niñas de unos 10 o 12 años, sentadas en un banco de una calle peatonal.
La chiquillas lucían sus atavíos clásicos de niña de 10, aunque más cerca de los 12, consistentes, entre otros, en el habitual bolsito de charol con dibujitos de la Barbie, o debía ser alguna de estas petardas que no paran de pasar por quirófanos de estética. Es decir; el cachivache de una mujer adulta, mezclado con la liturgia infantil que arrastra, allá donde tú vayas, a tus heroínas de la TV.
Pero lo que me ha llamado la atención es que en ese momento llegaba una señora con su bebé en brazos. Debía de ser una conocida de las niñas, o quizás una de las niñas era la amante del marido de la señora del bebé y quería disimular, no lo sé, en este mundo me lo puedo llegar a creer todo.
La cuestión es que las niñitas de 12 años han padecido como unos espasmos de transformación, se han levantado, y han abordado a la señora del bebé.
Una se lanzaba el pelo hacia atrás mientras le preguntaba a la señora sobre el estado de salud del bebé, que si comía bien, que si dormía bien, que si se pedía bien...
La otra se ceñía la blusa de vivos colores, pero con motivos infantiles, alisándose la tela por los costados mientras echaba su melena, con bolitas de colores, hacia atrás, mientras acariciaba el rostrito del bebé.
Y la otra, hablaba a la señora sobre la infancia de su hermanita, presumiblemente menor, y sobre sus fechorías infantiles, sobre su resistencia a la comida, sobre las noches de insomnio, sobre "y tú que le das"... mientras también, obviamente, se acariciaba, no otra cosa que su larga y lacia melena.
Sin duda, este comportamiento tan prematerno, o incluso maternísimo, me ha parecido muy significativo, por mucho que reconocerlo, les molestaría a estas niñas cuando tengan 30 años. Y sin duda que este comportamiento indica la presencia de una madre detrás. Que sea una madre que enseña, o unas niñas que imitan, creo que es indiferente; pero que se trata de un comportamiento cultural que se transmite de madres a hijas, me parece obvio. No creo que nadie piense que detrás de las niñas del bolsito de la Barbie hay un padre maternalista.
Cuando mi hermano era niño, como yo, su padre, que también es el mío, le transmitió la pasión futbolera, además, como siempre sucede, por el equipo favorito de papá. ¡Claro, no le iba a inculcar la pasión por el rival! Y mi hermano, pues lo asimiló. Esto fue así. Y mi hermano, ya se encargará de transmitir sus roles culturales a cada uno de sus hijos. A cada uno, aquel con el que mejor lo identifique. Y creo que esto es así.
Así que por mucho que doctos en la materia nos digan tenemos que cambiar los miles de roles de género estereotipados, que muchas veces tantísimo nos molestan, nosotros, todos y todas, seguimos perpetuándolos, una y otra, y otra, y otra, y otra....... vez.

Es más, en mi opinión se ha producido una asimilación por parte de las mujeres de aquel universo tradicionalmente masculino que se relaciona con el mundo del deporte de competición. De este modo las mujeres han incorporado a sus expectativas de fin de semana el hecho de ver fútbol, carreras de moto, o de coches. Y este hecho por sí mismo seguro que denota un sentido de decisión libre, pero seguro que también denota un cierto comportamiento sumiso al plantearse las mujeres que o se apuntaban al triste mundo del paseo dominical con el aparato de radio enganchado en la oreja, o todas juntas; de una vez por todas, mandaban a cagar a la vía a los hombres y se iban todas a una isla desierta sin tíos.

Y cambiaría de opinión sobre este sentido de sumisión pacificante de las mujeres versus machitos, cuando un hombre me invite a una reunión “Tupperware”, lo cual, ni esta ni ninguna otra cosa, ha incorporado de manera satisfactoria el hombre a su aburrido espacio mental.

Digamos que las mujeres han pensado que o vences a tu enemigo, o te unes a él. Exigir un cambio en la mentalidad masculina es imposible. Los hombres tenemos una sola neurona saturada al 100 % conteniendo esfínteres. Así que no se nos puede pedir más. Bastante tenemos con no cagarnos encima.

Y esto, y no la otra cosa que se interpretó como un signo de sexismo minusvalorador de las mujeres, es lo que pretendía decir hace unos días.

4 comentarios:

  1. Muy interesante reflexión llena de aciertos....
    A los docentes nos educan para que eduquemos a nuestro alumnado coeducativamente, diriguiendonos a ellos y ellas con palabras inclusivas y haciendo presentes en las aulas a las figuras femeninas que la historia ha silenciado tan injustamente durante siglos e incluso hoy en día....Nosotros intentamos, nosotros los docentes, hacer eso, coeducar en la diferencia pero intentando que la diferencia sea positiva, nunca descriminatoria ¿Y? La sociedad se sienta a mirar telecinco y otras cosas televisivas en las que las imágenes de hombre y mujer son de lo más estereotipadas, las noticias no para de bombardearnos con noticias de violencia machista y héroes callejeros que han defendido a la pobre mujer....¿y esos hombres que no son capaces de defenderse ni a si mismos? ¿que sentirán al no poder cumplir las expectativas? ¿Qué sentirán al ser rechazados del castin de hombres y mujeres y viceversa con una manida frase al estilo de:"Lo sentimos, no encajas en nuestro perfil, estamos buscando un tio con más paquete y menos cerebro".... y ¿por qué las periodistas de noticiarios son tan guapas y sus compañeros no lo son tanto? ¿Acaso ellas además de inteligentes deben estar buenorras? ¿Qué criterios nos hacer crecer?
    Resumiendo, si es que puedo... Los y las profesoras nos esforzamos por transmitir algo que nadie más transmite ¿?¿?¿? Me siento FRIKI

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  2. Discrepo en lo de no cagarse encima
    jajajaja
    No podía estar de acuerdo con absolutamente todo

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  3. Mi querida, gracias por mojarte... bueno, ya sabes que quiero decir. Me he dado cuenta de que cuando escribo algo comprometido mis lectores-as-@s se ruborizan, se sonrien, o me isultan por otras vías pero nunca responden por aquí. Bueno, lo entiendo en el fondo.

    El tema es casi luctuoso. Luctuoso en cuanto a lo que implica que a veces tiramos por el retrete la lucha de otros y otras, por la igualdad de género, basicamente. Lo veo cada vez más cerca. Ninguna de mis féminas más queridas se ha salvado a sucumbir a la "bragueterez" de un hombre bien arcaico. No sé muy bien porqué. Y tengo claro que esto es como el català que por no ofender cambia de idioma al primer indicio de catellanez.

    Es como si a una mujer la llamaran "maleducada" por alejarse de un hombre rupestre.

    En fin.

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  4. snifff
    descriminación positiva le llaman

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