sábado, 23 de enero de 2010

Un día aciago.




Iban a cerrarse las puertas cuando una mano de generosas uñas rojas las detuvo. Aunque es normal que esto pase en los ascensores de muchos edificios, uno no acaba de acostumbrarse nunca, y me sorprendí.

De hecho, más que sorprenderme, me asusté. Aunque si he de ser sincero, debo de reconocer que un susto sencillo no fue. Lo percibí cuando me descubrí en el suelo acurrucado, mientras chillaba de pavor y lloriqueaba como una nenaza que acaba de darse cuenta de que le han robado las bragas, y que no recuerda como ha sido.

Sin embargo, una vez recompuesto, observé que la dueña de aquellas uñas tan rojas como el cencerro de una vaca comunista, apretaba de nuevo el botón del quinto piso y que, ignorando mi presencia, miraba fijamente allí donde todo el mundo miramos cuando viajamos en ascensor, a la puerta.

Era una mujer alta y esbelta, de larga cabellera rojiza y ondulada, de piernas largas y de muslos prietos. Vestía un traje de chaqueta de diseño italiano, tan caro que me contaron un día que para poder pagarlo había tenido que comerse, digamos que lo incomible. Y su perfume... mmm, su perfume. Quizá fuera una marca francesa de aquellas de frasco de diseño y de nombre impronunciable. Sonaba a sándalo, rosas rojas como sus uñas, jazmín, cítricos, y chorizo.

- ¿Chorizo? – pensé en silencio, como todo el mundo hace.

Fue como una bocanada de aire fresco de la montaña que en su recorrido hubiera cruzado y destilado todos los aromas bárbaros de una planta productora de fiambres y embutidos, y que antes de llegar a su destino, mis fosas nasales, hubiera deambulado un rato por una refinería de petróleo. Era como si un inodoro se desbordara y millones de restos de fabada de lata empezaran a masticar chorizo del Bierzo. Era como...

- Perdón, se me ha escapado. – insertó ella entre mis pensamientos, mientras seguía mirando al frente y sacudía su cabellera hacia atrás.
- No, no pasa nada. – le dije yo muy correcto mientras disimulaba una arcada visiblemente entrecortada. – Todos eructamos alguna vez en la vida.

Aquel viaje me estaba resultando eterno, no llegábamos nunca al quinto piso. Suele pasar cuando uno toma ascensores de “low cost”.

La chica de las uñas rojas aprovechó entonces el trayecto para retocarse un poco. Primero los labios, después unos polvejos de esos que las mujeres se echan en las mejillas, y acabó esta primera parte pasándose un peine de esos de púas para adecentarse la cabellera. Digo primera parte, porque la segunda era extraer de su bolso un enorme frasco de laca “Myrurgia” con el que sirvió rociarse durante un rato eterno. Mullida en el éxtasis por el frescor pegajoso de la laca, adecuaba la posición de su cabeza con ligeros movimiento ondulantes de su cuello de piel nacarada.

- Señorita – la espeté tocándole el hombre – entre el eructo a chorizo y la laca “Myrurgia” está usted dejando el ambiente irrespirable.
- ¿Disculpe caballero? – me preguntó con los ojos llorosos de tanta laca impregnados.
- ¡Qué deje usted la laca esta que nos vamos a ahogar!
- ¡Oh claro, disculpe! – la chica guardó la laca y siguió contemplando la puerta.

Yo ya estaba bastante impaciente por llegar a mi planta. No sólo porque los ascensores no me gustan nada, sino porque además estaba harto de aquella de quien empezaba a sospechar que se trataba de una rubia teñida. Aunque lo cierto es que empezaba a estar harto de una forma demasiado prematura, porque lo mejor estaba aun por llegar. Esto fue que de pronto la chica giró levemente la cabeza para preguntarme:

- ¿Me permite?
- Que le permita qué...

Considerando retórica tanto su pregunta como mi respuesta, la del perfume de sándalo sacó de su bolso una pitillera de plata de la que extrajo dos cigarrillos.

- ¡Oiga señorita, no irá a fumar usted aquí y ahora!

Demasiado tarde. El humo de sus dos cigarrillos empezó llenar el ambiente. Humo, humo y más humo.

Por suerte que por fin el ascensor se paró en el quinto piso y pude proceder a desembarcar, si bien sería más correcto afirmar que fui expelido por una nube de humo espeso como un puré de alquitrán. Balanceándome anduve por el vestíbulo mareado, porque para más inri no me había tomado mis “Biodraminas” para viajar en el ascensor, hasta llegar a la puerta de mi casa.

Ofelia, mi adorable esposa, salió a recibirme ataviada con el eterno rodillo de amasar pan.

- ¡Llegas borracho perdido, tambaleándote como una peonza! – gritaba Ofelia fuera de sí.
- ¡No es lo que parece palomita!
- ¡Por mis rulos que esta vez te meto de lo lindo! ¿Y ese olor a sándalo, rosas rojas, jazmín, cítricos, y chorizo? ¡¡¡Has estado con una furcia!!! ¡¡¡Te la has llevado a un restaurante barato y después has retozado de lo lindo en el asiento de atrás de su Audi!!! – gritaba exasperada, mientras intentaba sacudirme con el rodillo.
- ¿Un Audi? ¿Pero quien tiene un Audi?
- ¡¡¡No cambies de tema!!! ¡Esta vez has ido demadiaaaado lejos!!! – gritaba esto mientras furiosa balanceando el cuello de un lado para otro. ¡¡Esta vez cojo a los niños y me voy!! ¡¡¡Se acabó!!! ¿Y donde has metido la boca que tienes laca en el bigote? ¡¡Depravado!!
- Pero si no tenemos niños – me atreví a decir.
- ¡Y encima hueles a cigarro de fulana! ¡Me voy! ¡Que lo sepas! Para posibles negociaciones de paz, estaré en casa de mi madre. ¡¡Adiós!!

(Portazo)

8 comentarios:

  1. y no se te ocuura venir a buscarme, ni llamarme ni nada de nada
    ¿Acaso te crees que escribir estas memeces en el blog d tu prima arregla las cosas entre tú y yo?

    Todo es inverosímil, tan inverosímil como nuestro amor
    TE JODIO

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  2. Pobre Ofelia, se la ve muy dolida!!!!

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  3. ¡Pobre Ofe! Ella, que lo dio toooodo por ese pobre cubanazo de regios pectorales, de tosca mirada, y de calidos labios. No por sus 22 años/cms. ¿Quien puede pensar eso de esta pobre mujer mancillada en su honor por un adúltero cubanazo?

    Quizá le pida permiso para contar un día su desgraciada història, repleta de centímetros y de infortunios amorosos.

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  4. Me encanta la descripció de l'esposa!! Més típica no podia ser la pobre!!

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  5. pedazo de grumfsplosh
    como cuentes mis intimidades
    no tendré más remedio que llevarte
    a DEc (y así d paso conocer a mi cantizanito)
    para humillarte y destrozarte públicamente.
    No me olvidarás

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  6. gracias por tenerme en tu lista, te he agragado a la mia, tienes un blog magnífico

    un abrazo

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  7. Espero ansiosa la historia-descripción de Ofelia, ya la estoy viendo con su bata llena de lamparones y debajo su tanga a punto de estallar... Ofelia, una mezcla irrenunciable de pin-up choricera y/o perdedora vociferante y/o resentida. Un producto muy de nuestra d-generación, vamos, una proyección irremediable de mi misma, la espero!!!

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  8. Mi querida, en breve. Recojo tu idea de pin-up choricera, vociferante, resentida, y con lamparones..

    Ah, no olvidar atavio necesario en base a rulos del calibre 19. Espero recordarlo.

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