sábado, 28 de marzo de 2009

Mucho viaje punto ¿qué?

Hace unos días estuve con unos amigos de excursión por la montaña buscando setas venenosas que endilgar a nuestros peores enemigos en forma de pudings y tartaletas. A medio camino en nuestro regreso a Barcelona, el coche de mi amigo decidió iniciar un proceso de inminente avería que durante el viaje nos trajo de calle, aunque más bien de autopista, a los cuatro viajeros a quienes nos daba cobijo.
Como sólo el azar dispone, fue a la entrada de esta urbe infinita que don coche se negó a dar ni un giro más de sus ruedas, e indiferente a nuestra congoja nos dejó tirados como colillas en plena Diagonal.
Tras hacer los honores y requerir los servicios de una grúa, don coche pudo acabar con su viaje, y con ello, también nosotros.
El caso es que como en todo en la vida, cuando las cosas van mal, siempre es susceptible de que vayan a peor, de modo que como el mismo destino indica, al llegar a casa las cosas empeoraron.
Llegado pues exhausto por el día de viaje y con una cesta llena de setas venenosas en mis brazos, introduje la llave por el ano de la cerradura. Obviamente, la puerta no se abría. Sólo unos minutos de forcejeo bastaron para que la puerta se abriera, no tanto por acción de mis llaves, sino por la acción de una señora con bata de cuadros.
La señora me saludó jovial, era la señora quien años antes me había vendido el piso y quien de nuevo estaba en mi/su casa.

- Bueno, quedamos que hasta noviembre no podrías ocupar el piso – me dijo- así que hasta noviembre. Y cerró la puerta sin más.
- ¿Noviembre? – pensé yo- , pero si estamos en marzo... o yo me he adelantado 8 meses o esta señora lleva 4 roneándose...

En fin, estas cosas que pasan. Pensé que era mejor buscar un lugar para dormir y que ya le sacaría los ojos a la mañana siguiente, cuando estuviera más descansado.
Me fui a buscar a mi hija a quien le conté lo sucedido, y le pedí que hablara con su novio para que me dejaran pasar la noche en su piso. Mi hija me dijo que de novio nada, y que de piso menos, que ya quisiera ella, que iba a estarse ella ahí, en casa de la madre, si tuviera un novio con piso... que me dejaba el sofá de casa de su madre y arreando, y que encima me tocaba compartir tal espacio con su chucho feo y meón, quien por demás tenía fama de tirar unos pedos de lo más nocturnos y asfixiantes.

Como comprenderán el desasosiego me comenzó a invadir. ¿Cómo es esto que yo me voy a buscar setas venenosas con unos amigos y en cuanto regreso, todo ha cambiado?

Pero... ¡Claro!... pensé para lo que se dice mis adentros. ¡Se trataba de eso! El coche de mi amigo no se había averiado, recordé. Se había muerto. Es decir, se había quedado sin batería, de manera que al endiñarle una batería nueva todos los controladores se habían puesto a cero. Recuerdo que mi amigo había comentado:

- Mirad, se ha puesto en la fecha en que compré el coche: 4 de marzo de 2005. ¡Ay que gracia!

Por fin me planteé que si aquellos marcadores se habían puesto a 2005... ¿Mi vida también habría retrocedido a 2005? Recordé que el piso se lo compré a la señora de la bata de cuadros en noviembre de 2005 y que mi hija se había echado novio en septiembre de 2005, con lo que... yo vivía de nuevo en marzo de 2005...

¡Qué putada! ¿Y qué hacía yo ahora con tantas setas?

2 comentarios:

  1. Miralo por el lado positivo. Eras tres años y pico más joven.
    Ves. Todo tiene su lado bueno.
    ¿Con las setas que haces? Pues pasame unas cuantas, todos tenemos a quien endilgarselas.

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  2. molt bona història. La senyora, però, que poc comprensiva, quina malparida.

    Marcel

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