lunes, 7 de diciembre de 2009

EL OLOR DE LA MANDARINA


¿A ustedes no les pasa que cuando van al cine y una enorme señora con bigote se sienta a su lado, macerada en un profundo perfume francés de esos que vienen en frascos de diseño y cuyo nombre es impronunciable, que acaban asociando el jumo en cuestión con la protagonista de la película? A veces no dejan de producirse situaciones absolutamente insólitas como pueda ser ver al ilustre Humphrey Bogart oliendo a “Le parfum de la femme libidineuse d'aujourd'hui”.

Sin embargo; de lo que quiero hablar es del olor a mandarina. De la bruma cítrica que se mantiene en el salón después de pelar una mandarina. De los dedos rezumando recuerdo durante largos momentos.

A mi el olor a mandarina me remite a escenas de la infancia. A mi familia, al invierno, al televisor que narra noticias mientras te preparabas para regresar a la escuela.
Mi madre era muy pulcra en ese sentido. Cada día, después de comer, nos sentaba a mi hermano y a mí en unas sillas frente a la puerta del lavabo, y nos repasaba los brazos, las rodillas, la boca y las manos. Pero a pesar de aquel ritual diario, el olor de la mandarina subsistía, y mientras la profesora dormía su siesta, uno se olía las manos abandonando ese mundo aburrido por el recuerdo de sus juguetes, del ruido de casa, de los vestidos de su madre, de los juegos con su hermano, y de la televisión que narraba noticias.

El olor de la mandarina me relaja. Creo que me relaja porque, al transportarme a esa infancia que les cuento, me hace sentir protegido. ¿Quién en su infancia no se sintió protegido? ¿Y quién en su adultez no se siente un poco con el culo al aire?

Pero más allá de filo-meditar, permítanme que rompa con este momento-clementina para que les comente algo que he leído esta mañana en un foro femenino. Una chica escribía amargamente que no sabía qué diantre podía hacer para eliminar el tufo a mandarina de sus dedos morcillones. Que ya lo había probado todo y que antes de proceder a mutilarse los dedos, esperaba del respetable un atisbo de solución.
Por supuesto que, al poco tiempo, la típica sabelotodo de siempre ha respondido a la pobre desesperada, ofreciéndole una solución definitiva.
No recuerdo exactamente que solución le ha aportado, la verdad, no sé si era enjugarse los dedos con ácido sulfúrico o rezar seis padrenuestros, no lo sé. Pero sí recuerdo, y les reproduzco, el ilustre momento rubia.

- Chica cómo te entiendo, porque yo trabajo en una clínica veterinaria y cuando hago necropsias, el jumeo me traspasa los guantes y todo…

Y es que la vida es así, lo que a uno le recuerda la dulzura de una infancia tranquila, a otros, les remite a un gato podrido.

12 comentarios:

  1. A mi també les olors em recorden i em transmeten a altres temps i situacions. I la veritat que algunes m'omplen de melangia i d'altres em dibuixen un somriure a la cara. Però, per favor, l'olor a mandarina no la suporto... uuueeeccss!!

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  2. Bieeeeeeeeeeeeeeenn, dicen que los aromas nos pueden remitir a un recuerdo del pasado y hacernos revivir la sensación mucho más que cualquier otra percepción sensorial que se nos presente ante nuestros "sentidos".
    Parece que hay una conexión mi querido alter ego contigo y ayer y hor mismo, antes de leer tu post he sentido tras de mi la estela de aroma dulce que alguien había dejado para mi al tomar su mandarina, aroma para mi delicioso y también evocador....
    Al marchar de mi casa en mi primera juventud había otro sentido que me transportaba al hogar y por ende a mi infancia mullida entre los brazos maternos.... Era, nada más y nada menos que el sonido de un tenedor al batir un huevo para hacer una tortilla al anochecer... y allí me hallaba yo con toda la SUPUESTA libertad del mundo en mi piso de estudiante sucio, desordenado, con olor a pies, a tabaco y a café... Era la boheme pero nunca tenía huevos que golpear contra mi tenedor.. SNIFFF

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  3. Caramba sí!! Lo del tenedor-tortilla-anochecer es genial. Era como un aviso al final del día de que aun había actividad humana. Que no todo el mundo se desperezaba haciéndole arrumacos a la almohada...

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  4. Utilizad alguna colonia con esencia de violeta. Las colonias en base a la violeta son agradables al principio, pero luego cuando intentas rememorar ese olor, te das cuenta de que ya no puedes. ¿La colonia de violeta pierde su olor rápidamente? No, simplemente, es un anestésico olfativo. Así que ya sabéis, si no os gusta un olor, violeta. Aunque, ¿no es simplemente otro recurso para huir de las cosas que nos desagradan?

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  5. Bueno... pero; ¿Porqué no huir de las cosas que nos desagradan? ¿No? Al fin y al cabo, hay otras muchas que nos desagradan y no podemos huir. Nos las tenemos que comer con patatorras. Aprovechemos pues el olor a "vaiolet" como anetésico ante lo inmundo. Mmm... espero lea esto la del gato podrido... le puede hacer mucho bien.

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  6. otra casualidaaad???
    recién acabo de visitar Toulousse en el sur de la France y he descubierto del ellaq que era la ciudad de las violetas ... he estado rodeada se spuvenires basados en esta flor durante unos cuatro días yyyyyyyyyyyy no he comprado nada relativo a ella.. ha sido casualidad, causalidad, desidia, hartazgo de repetición souveniristica????

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  7. no sé si em gusta el olor a violetas.... me recuerda a Cecilia, la palabra me recuerda a Cecilia, cantante de m infancia y a Manzanita, cantante de los ochenta y a mis amigas esnobs que la ponían en ensaladas en los noventa y ahora.. ya en pleno siglo ventíuno y en la década de los "cero?=?" me pregunto ... ¿Qué pueden ser ahora las violetas para mí?...las vi en Madrid y en Toulousse....

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  8. Hola. Es la primera vez que paso por aquí y no quiero irme sin dejar un comentario con la promesa de volver frecuentemente. Muy interesante tu entrada; en mi caso personal, el aroma de la mandarina también me recuerda mi niñez, especialmente los viajes que hacía a la finca de mis abuelos maternos; ellos vivían en Socorro, un pequeño pueblo acá en Bogotá. Me has hecho sentir muchas cosas con tus palabras, brindo por ello.

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  9. Es curioso que a todos nos remita a la infancia. Quizá porque es un aroma que nunca quiere marcharse y nos va tiñendo la vida.

    Alejandro, gracias por tu comentario y bienvenido.

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  10. Visca l'olor de la mandarina! No tinc res contra les violetes, i segurament n'utilitzaria per tapar la pudor de gat podrit, però mmmm... la fragància dolça i refrescant de la mandarina que no me la treguin de sobre i que duuuriiiiiiiiiii...
    I parlant de records, què millor que tres mandarines per aprendre a fer malabars, o, heu provat de fer una cistelleta amb la seva pela? o, no heu fet mai competicions de llançament de mandarina amb les que us amagaveu a les butxaques al menjador del cole?

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  11. ¿Qué tendrá que ver el perfume con el bigote? Qué imbécil e idiota.

    No leeré respuestas.

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