sábado, 7 de noviembre de 2009

Valorando a un mito

Estos días he estado trabajando sobre la vida y milagros de Lluís Companys a propósito de un trabajo encargado por la Facultad de Història. Lo digo así, con cierta petulancia y al borde de lo incierto, puesto que estos trabajos, el mío y el de cada unos de mis compañeros de aula, servirán para dar cuerpo a una web que trabaja sobre catalanes que tuvieron que poner los pies en polvorosa a otros confines del mundo a la llegada, del muy añorado para algún que otro ignorante, franquismo. Ignorantes, permítanme la licencia, que ni por asomo saben lo que es esto del franquismo, pero que debe de quedar muy cool, en contestación reaccionaria con esto que llamamos presente.

Pero no pretendía, esta vez, hablar de ignorantes. Tampoco les voy a incitar ahora a un “control-alt-suprimir” cascando de Companys porque para eso ya estará esta web. Sin embargo, quiero destacar una imagen.

De lo mucho que he visionado y leído, quiero destacar unas humildes imágenes de archivo en las que aparece el President carraspeando. Obviamente en un segundo plano mientras otro suelta una perorata. Pero no carraspeando de “tengo una flemilla y tal”, sino arrancándose verdaderamente por soleares, estrujándose el alma como quien se sienta sobre un globo lleno de agua, rebianándose desde sí mismo en una clamorosa erupción volcánica. No lo citan las fuentes, mejor dicho; no lo he visto, pero convencido estoy que Companys era un fumador de esos que dejan huella.

Es el héroe-humano que se me antoja era esta figura. Es la figura del luchador que se hace hombre más allá del trato que muchas veces desde la Historia damos a las personas que dieron su vida por su sentir. Por su querer, por su amor a lo que consideraban de justicia. Es ver a través de un cristal traslucido, por fin, un ser humano como yo, lo cual me da alas a mí. A un “mi” genérico que muchos llevamos dentro, o quizá todos, aunque siempre orientado a una forma variada de entender tu presente.

A esa fuerza, en términos de Física les hablo, que uno contrae porque siempre hay cosas más prácticas por las que cree que ha de luchar.

La visión de Lluís Companys desfigurando su rostro de bella persona porque sus pulmones estaban sucios, me ha acercado al mito. A un mito que puedo tocar y sentir que desprende calor. A un calor que yo mismo desprendo y que me acerca fiel a mis sentimientos, porque son sentimientos al fin y al cabo, de cómo debería de funcionar este mundo que se derrite.

Por suerte, el mundo ha cambiado y en un entorno democrático, repito por si alguien no lo ha captado; en un entorno democrático, se puede luchar sin temor a que te fusilen como a un puto perro. Y le entran a uno ganas de luchar cuando se acerca un poco más al pasado, dando un paso más allá del amor ciego por una figura que alguien, alguna vez te dijo que era bueno.

Este es el mensaje que quisiera transmitir a los que hace unas líneas llamé ignorantes; acérquense a su pasado de forma objetiva. No a través del relato de devotos que creen que la historia es religión, no a través del sentimiento triste de padres que tuvieron que coger aquellos trenes. Acérquense de manera crítica porque la historia no “es la que es” y punto pelota. La historia se puede criticar, nunca cambiar, pero sí criticar hasta la nausea. Y sólo cuando uno llega a este estado de crítica de lo “evangelizado”, podrá sentir por sí mismo la manera en la que debe afrontar su presente.


6 comentarios:

  1. ME ha parecido muy interesante y me he quedado sin saber qué decir del montón de cosas que te diría..y con ese inconfundible estilo

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  2. Recuerdo muy bien el momento televisivo y creo que lo recuerdo más facilmento por ir asociado a una emoción que había a mi alrededor, la alegría controlada y contenida de muchas personas que estaban esperando, casi deseando que sucediera. Siempre me he preguntado sobre lo mismo... yo tenía sólo unos 9 años y no entiendo como le dejaron morir tranquilamente en su cama....

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  3. tema peliagudo que suscita muchas posturas, algunas incómodas, otras dolorosas
    duele recordar y es más fácil dejarlo atrás

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  4. igual no es más fácil pero si mucho más cómodo ¿no te parece?

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  5. pues para cómodo mi sofá nuevo

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