El otro día comentaba con un amigo sobre el sentido originario del acto de saludarse entre las personas. Su explicación me resultó muy convincente. No soy un entendido en sociología aunque sí que contengo un cierto nivel de gérmenes de interés por la antropología, y creer que el saludo entre seres humanos no es más que el hecho de reconocerse como seres de la misma especie, me resulta revelador. Revelador en tanto que es obvio lo mal que nos sienta a toda la especie humana el hecho de que, pongo por ejemplo, nos cruzáramos por la calle con Pepita e hizo como que no nos veía. Peor aun si encima la tía va y se cambia de acera, no por sucumbir repentinamente ante los placeres que brinde el ser homosexual, sino por no tener que cruzarse con nuestro careto y verse obligada, la Pepita en cuestión digo, a saludarnos. Pero eso es harina de otro costal.
En el tema del saludo entre las personas estábamos cuando les decía lo mucho que nos repatea la ausencia de un triste “hola”, o un leve movimiento de cabeza, o una liviana sonrisa, o una mínima mueca que denote un languidísimo “te he visto y te reconozco”. No en vano expresiones como aquella del “No hay mayor desprecio que el no hacer aprecio” deben contener alguna referencia a este hecho, del mismo modo que nos resulta un castigo, y de los gordos, el “retirarle” el saludo a alguien. O como dice mi amigo de marras; castigar a uno/a azotándole con el látigo de la indiferencia. Por no mencionar el legendario: “si te he visto, no me acuerdo”.
Que en los entornos de la sábana africana, homo-sapiens entendiera que a otro homo-sapiens había que respetarlo y no zampárselo, debió de ser importante. Tanto como para desarrollarse el saludo que debería expresar algo así como; “Mira bonita, me cruzo contigo y no te como, porque eso sería antropofagia y eso va contra nuestra propia especie. Lo mejor será zamparnos entre nosotros en algún que otro ritual aislado, aunque después “Cuarto Milenio” se atreva a decir que la antropofagia era una práctica habitual en el Paleolítico Superior. Pero que te conste que te he visto”. Y que todo este discurso se haya transmitido desde entonces de padres-madres (o padres-padres, madres-madres, padre, madre, sean biológicos o adoptivos) a hijos-hijas-hij@s debe de ser importantísimo. Lo cual me lleva a una primera conclusión; si a uno-a-@ no le transmiten este conocimiento, lo maleducan.
Por otro lado, en estos tiempos que corren en los que en la distancia se media con aparatos electrónicos, tal sea un móvil o un ordenador, el saludo debería corresponderse siguiendo los mismos criterios de cortesía, ergo de educación, con los cuales saludamos a Pepita, bien sea con un leve gesto de la mirada o apabullándola con besos, abrazos, y soflamas. Es cierto que ahora nos comunicamos más que antes entre las personas, en el sentido de que ahora disponemos de muchos más medios para conectar entre nosotros-as-@s. Pienso además, que no aprovecharse de ellos sería lo mismo que cachondearse del homo-sapiens de la Sabana Africana. Es decir, sería como volver a un momento del desarrollo de la especie humana, anterior al hecho en sí del saludo entre humanos. Lo cual me lleva a una segunda conclusión; si perdemos el bello hábito del saludo entre seres humanos, es que ya nos podemos comer entre nosotros-as-@s.
En estas nos vemos cuando uno, en su inmensa ingenuidad, aprovecha las nuevas tecnologías para comunicar con sus amigos de vez en cuando, aunque sólo sea para saber si todos-as-@s seguimos con vida. Excepcionalmente algunos contestan, hay quien siempre responde, y hay quien por sistema nunca responde. Que excepcionalmente ponga un sms a un amigo-a-@ y no me responda, lo atribuyo a que es cierto que este tipo de saludos entre seres de la misma especie tiene un precio traducido a euros que no todo el mundo está dispuesto a asumir. Asumo incluso que este tipo de saludos vía sms, se reservan a cuando toca; a la noche de fin de año. Así que sobre los sms; nada más que decir, no extraeré más conclusiones.
Sin embargo, que un amigo-a-@ no responda a un e-mail en el que simplemente le mando un saludo porque, por lo que sea, me he acordado de él-ella-@, me repatea el bazo. Me hace sentir ignorado, no como ser humano, espero, pero sí como amigo.
Por un lado porque se estampa directa y frontalmente con mi enorme ingenuidad al etiquetar a la gente como amigo-a-@, y porque, a tenor a lo expuesto con lo referente a los sms, responder a un e-mail es gratis y sólo implica unos 30 segundos del preciado tiempo de cada uno, mucho más caro por lo visto que el valor mismo de la amistad.
Y con todo esto llego a una tercera conclusión; que mis amigos, los que no responden a mis e-mails porque no soy digno de su atención, son unos maleducados y sólo esperan de mí, comérseme.
En estos tiempos que corren ni siquiera para decepcionarme tengo tiempo, o quizá sí que me quede y lo que ocurre es que quien me decepciona, siempre lo hizo.
Lo que voy a hacer ahora es lo siguiente; primero, contestar a todos mis e-mails pendientes. No demasiados, siempre suelo contestar aunque sólo sea con un sencillo; “Ok, estoy muy ocupado. Besos”. Y después, trazaré una lista electrónica de “maleducados” a los que jamás, ni aunque fuera para pedirles una transfusión de sangre porque sino me muero al ratito, les voy a volver a escribir ni a responder un paupérrimo e-mail, ni a contestar un sms. Como ellos hacen conmigo en su enorme superficialidad y en el valor que otorgan a la palabra “amistad”, les negaré el saludo; como si australopitecos fuéramos.
En el tema del saludo entre las personas estábamos cuando les decía lo mucho que nos repatea la ausencia de un triste “hola”, o un leve movimiento de cabeza, o una liviana sonrisa, o una mínima mueca que denote un languidísimo “te he visto y te reconozco”. No en vano expresiones como aquella del “No hay mayor desprecio que el no hacer aprecio” deben contener alguna referencia a este hecho, del mismo modo que nos resulta un castigo, y de los gordos, el “retirarle” el saludo a alguien. O como dice mi amigo de marras; castigar a uno/a azotándole con el látigo de la indiferencia. Por no mencionar el legendario: “si te he visto, no me acuerdo”.
Que en los entornos de la sábana africana, homo-sapiens entendiera que a otro homo-sapiens había que respetarlo y no zampárselo, debió de ser importante. Tanto como para desarrollarse el saludo que debería expresar algo así como; “Mira bonita, me cruzo contigo y no te como, porque eso sería antropofagia y eso va contra nuestra propia especie. Lo mejor será zamparnos entre nosotros en algún que otro ritual aislado, aunque después “Cuarto Milenio” se atreva a decir que la antropofagia era una práctica habitual en el Paleolítico Superior. Pero que te conste que te he visto”. Y que todo este discurso se haya transmitido desde entonces de padres-madres (o padres-padres, madres-madres, padre, madre, sean biológicos o adoptivos) a hijos-hijas-hij@s debe de ser importantísimo. Lo cual me lleva a una primera conclusión; si a uno-a-@ no le transmiten este conocimiento, lo maleducan.
Por otro lado, en estos tiempos que corren en los que en la distancia se media con aparatos electrónicos, tal sea un móvil o un ordenador, el saludo debería corresponderse siguiendo los mismos criterios de cortesía, ergo de educación, con los cuales saludamos a Pepita, bien sea con un leve gesto de la mirada o apabullándola con besos, abrazos, y soflamas. Es cierto que ahora nos comunicamos más que antes entre las personas, en el sentido de que ahora disponemos de muchos más medios para conectar entre nosotros-as-@s. Pienso además, que no aprovecharse de ellos sería lo mismo que cachondearse del homo-sapiens de la Sabana Africana. Es decir, sería como volver a un momento del desarrollo de la especie humana, anterior al hecho en sí del saludo entre humanos. Lo cual me lleva a una segunda conclusión; si perdemos el bello hábito del saludo entre seres humanos, es que ya nos podemos comer entre nosotros-as-@s.
En estas nos vemos cuando uno, en su inmensa ingenuidad, aprovecha las nuevas tecnologías para comunicar con sus amigos de vez en cuando, aunque sólo sea para saber si todos-as-@s seguimos con vida. Excepcionalmente algunos contestan, hay quien siempre responde, y hay quien por sistema nunca responde. Que excepcionalmente ponga un sms a un amigo-a-@ y no me responda, lo atribuyo a que es cierto que este tipo de saludos entre seres de la misma especie tiene un precio traducido a euros que no todo el mundo está dispuesto a asumir. Asumo incluso que este tipo de saludos vía sms, se reservan a cuando toca; a la noche de fin de año. Así que sobre los sms; nada más que decir, no extraeré más conclusiones.
Sin embargo, que un amigo-a-@ no responda a un e-mail en el que simplemente le mando un saludo porque, por lo que sea, me he acordado de él-ella-@, me repatea el bazo. Me hace sentir ignorado, no como ser humano, espero, pero sí como amigo.
Por un lado porque se estampa directa y frontalmente con mi enorme ingenuidad al etiquetar a la gente como amigo-a-@, y porque, a tenor a lo expuesto con lo referente a los sms, responder a un e-mail es gratis y sólo implica unos 30 segundos del preciado tiempo de cada uno, mucho más caro por lo visto que el valor mismo de la amistad.
Y con todo esto llego a una tercera conclusión; que mis amigos, los que no responden a mis e-mails porque no soy digno de su atención, son unos maleducados y sólo esperan de mí, comérseme.
En estos tiempos que corren ni siquiera para decepcionarme tengo tiempo, o quizá sí que me quede y lo que ocurre es que quien me decepciona, siempre lo hizo.
Lo que voy a hacer ahora es lo siguiente; primero, contestar a todos mis e-mails pendientes. No demasiados, siempre suelo contestar aunque sólo sea con un sencillo; “Ok, estoy muy ocupado. Besos”. Y después, trazaré una lista electrónica de “maleducados” a los que jamás, ni aunque fuera para pedirles una transfusión de sangre porque sino me muero al ratito, les voy a volver a escribir ni a responder un paupérrimo e-mail, ni a contestar un sms. Como ellos hacen conmigo en su enorme superficialidad y en el valor que otorgan a la palabra “amistad”, les negaré el saludo; como si australopitecos fuéramos.
Es verdad,ahora que lo pienso ,yo también tengo una lista de amig@s que quieren comerme!!! ponina!!
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo... creo que me voy a hacer una lista y sitio en mi congelador que un día fue tuyo.... pero eso es otra historia...Al no contestar creo que nos dicen lo que significamos para ellos, NADA
ResponderEliminarEl hecho de no recibir contestación tiene algo que ver con la educación y el egoismo. Sólo las personas con valores, educadas y que piensan en los demás se preocupan por este tipo de cosas que a buen seguro los aludidos no se habrán parado ni siquiera a pensar. Tal vez se sienten superiores y no quieren malgastar su tiempo en tonterias...
ResponderEliminarGracias Alex y bienvenido al blog, bienvenido tú y la persona que te manda mensajes amorosos...
ResponderEliminarDuele que a uno le consideren una tontería...
sniff